jueves, 24 de mayo de 2018



_ Chico. Chico. Despierta, chico.

_ Buenos días, Laura. ¡Madre mía, esta resaca me va a matar!

_ ¡Dios santo! ¡Qué vergüenza! ¿Tú sí que te acuerdas de mi nombre?

_ Por lo que imagino tú del mío no, ¿no?

_ ¡Dímelo! ¡Dímelo! ¡Dímelo!

_ Mario, me llamo Mario. ¿Tanto bebiste ayer?

_ ¡Qué va! Solo que tengo mala memoria para los nombres.

_ No te preocupes, no eres la única que tiene mala memoria.

_ Pues bueno, Mario. Ha sido una noche genial, ¿no crees?

_ No sé, es la primera vez que una chica me dice de acostarme con ella y lo único que pretende es dormir conmigo.

_ Pues si creías que iba a haber sexo es porque no sabes el tipo de chica que soy.

_ ¿La típica que se acuesta con los chicos que le gustan?

_ Eso hicimos. Acostarnos.

_ ¡Dormir! ¡Lo que hicimos fue dormir!

_ ¿Y acaso has dormido mal, idiota?

_ No, sinceramente ha sido una noche magnífica.

_ ¿Entonces de qué te quejas?

_ ¡Yo no me quejo! En fin, Laura, ¿no tendrás novio, no?

_ ¿Estaría aquí contigo si lo tuviera?

_ Créeme, he conocido a muchas que sí lo estarían.

_ Pues no es mi caso, Mario. Imagino que tú tampoco tienes novia.

_ ¿Tanto se me nota?

_ A leguas. Eres el típico capullo mujeriego que no siente lo más mínimo por una chica, ¿no es así?

_ Es demasiado pronto para contestarte a eso.

_ Sí, y mientras no nos enamoremos no hay problema. Por cierto, ¿te importa si fumo?

_ Anoche te la pasaste entera fumando, Laura. Así que no, a estas alturas ya no me importa.

_ Lo sé, es un vicio que debería dejar.

_ ¡Dios mío! Lo siento. Aunque, ¿sabes qué dicen que cuando alguien te tira el humo encima es porque realmente le atraes?

_ ¡Pues como te atraiga un poco más vas a destrozarme los pulmones!

_ Que sí, que sí. Que ya paro.

_ Bueno, voy a tener que irme. No tengo llaves de mi piso y mi compañero Gastón suele salir a correr.

_ Anda, vete, Mario. No vaya a ser que te quedes sin entrar en tu propia casa. Mira, te acompaño hasta el metro.

En el metro se produce la despedida. Los escalones de la escalera mecánica marcan un beso lanzado al aire.

_ ¡Laura! ¡Se te ha olvidado darme tu número de teléfono!

_ ¡No se me ha olvidado! ¡No te lo he dado porque no he querido!

_ ¡Pero dijiste que nos volveríamos a ver!

_ ¡Tranquilo, Mario! ¡Eso dalo por hecho!

La tarde cae sobre las montañas del oeste. Ya en el piso, Gastón se encarga de abrir la puerta.

_ ¡Madre mía, Mario! ¿Se puede saber dónde te habías metido?

_ Pasé la noche con una tal Laura. Es probable que algún día te la presente.

_ Y qué, Mario ¿te has acostado con ella?

_ Sí, en cierto modo sí.

_ ¿Y es buena en la cama?

_ Es la mejor.




No hay comentarios:

Publicar un comentario