miércoles, 23 de mayo de 2012

Cuentos antes de dormir (II)


WHY SPAIN IS DIFFERENT?




  Aparecí en aquella fiesta por compromiso.”¡Marcial, ven, lo pasarás en grande!”, alguien me había comentado. Y cuando llegué sobre no más de las diez de la noche, iban ya todos bebidos.” Marcial, mira, estos son mis amigos Pepo y Matías”. Yo ni siquiera conocía al que nos presentó.
  
  -Un placer, espero que lo estén pasando de lo lindo –dije mientras otro desconocido posaba en mi mano lo que según me comentaron era un Bourbon de Texas.

  -¿Eres argentino? – dijo Pepo –Me encanta Argentina, hermano. Una vez fui y me trataron como a un millonario; allí, los pobres, alabándome a cada paso que daba –Pepo dio un trago a su escocés con agua y se ajustó una y otra vez la corbata manchada de whisky que lucía orgulloso.

  Parecían (y digo “parecían”) seres de lo más inteligente, allí de pie, con sus copas de escocés en la mano, unos entendidos de la literatura moderna, relativizando (con cada trago más) la felicidad humana.

  -No debemos ser felices, Marcial –dijo Pepo –Los humanos son felices y cada vez son más malvados. Nuestra obligación es dejar de ser felices, solo así reconduciremos por el buen camino a esta nuestra especie. ¿No crees Marcial, hermano? –sinceramente el chico estaba como una auténtica regadera.

  -Si vos me das a elegir, yo preferiría ser siempre feliz –le di un sorbo a mi Bourbon. Sabía raro. Probablemente (aunque estoy seguro del todo) no fuera de Texas, pero no me importaba en absoluto -¿Cómo podés vos desear no ser feliz, amigo?

  -¡Tú nunca lo entenderás Marcial! –Pepó elevó el tono –Vienes de un país en el que solo los ladrones son felices. Allí ya ni se valora la cultura, a la vista está con tu lenguaje. No te molestes Marcial, hermano, pero tú no hablas bien.

  - Contame, amigo, ¿a qué te referís con eso de mi lenguaje?

  -¡Cristo! No negaré que seas buena persona, pero los de tu tierra no hablan correcto. ¿Qué demonios es eso de “podés”, “contame” o “referís”?

  -Amigo, cada término que utilicé en esta conversación es correcto, ¿o es que no leíste nunca a Cortázar?

  -Hermano, no conozco a ese tal Cortázar, pero sé mucho de Mario Vergas Llosa. ¡Será posible! Oh ¡Cristo! Cuánta huachafería jiji jiji jiji – intervino Matías por primera vez en la conversación de besugos. 

  No pude evitar la risa al escucharle pronunciar "Vergas Llosa" con tanta seguridad. Tomé un largo trago de mi Bourbon o Dios sabe qué estaba bebiendo y preferí marcharme de aquella “fiesta”. 

  -Bien señores, lamentándolo mucho creo que será mejor que marche -realmente no lo sentía para nada. 

  -Marcial, aquí tienes unos hermanos para lo que desees. Ve con Jesucristo nuestro Señor.

  Me alejé y oí que algún individuo gritaba: “¡Adiós, pelotudo!”, ni siquiera me giré. Probablemente (aunque estoy seguro del todo) no lo conociera. Volví a mi casa en la línea 34 de autobús, con Las Ramblas al oeste y Colón perdiéndose en la lejanía. 

  Recordé las palabras del pobre Matías: “Mario Vergas” dije para mí mismo, y eché a reír. Luego simplemente dejé pasar las horas intentando conciliar el sueño. A la mañana siguiente me levanté, preparé café y, como todos los días, fui en busca de trabajo. "Quizás algún tipo como Pepo o Matías tuviera uno bueno para mí. Los muy idiotas se sentirían tan importantes a costa de un pobre argentinito como yo...”, recuerdo que pensé.

sábado, 19 de mayo de 2012

Historias de diminutos y gigantes (XV)

CONOCÍ A MAR EN UN LAND ROVER (EL DÍA QUE DESCONOCÍ A TOTÓ)

Esto está presentado como obra de ficción, y no se dedica a nadie


 -Otra copa, por favor.

Me la sirvieron, me di la vuelta y allí no había nadie. Solo mariquitas y heterosexuales reprimidos. Pobres. Salí de la discoteca y recorrí con más pena que gloria las sucias calles de Valencia. Me senté en un banco frente a la Malvarrosa y encendí un cigarrillo. Aspiré. Suspiré. Miré el Land Rover que tenía enfrente a escasos metros. “Joder, si es el coche de Totó”, y me acerqué a saludarlo.

-¡Totó, fiel amigo! ¿Cómo es que me habéis dejado solo? Eh… espera, un momento. ¿Quién es esa que está sentada ahí a tu lado?

Caminé hasta la puerta del copiloto, la abrí y me senté al lado de la chica.

    -Hola, ¿cómo te llamas bonita?

       - Mar, me llamo Mar.

    -¿Qué tal Mar? Yo me llamo Rai. ¿Vienes mucho por este coche?

    -Jiji, jiji, jijiiiiiii. Esta es la primera vez.

       -Lárgate Rai, déjanos solos. –dijo Totó.

Bueno no, no dijo nada, pero me miró desafiante, echándome del coche con un solo movimiento de ojos. Le ignoré por completo.

-¿Quieres un cigarrillo nena?

     -No, Rai, amigo. No fumo.

¿Qué por qué no quise dejarles solos? Estaba borracho y solo. Además, horas antes Ana había apartado su boca de la mía antes de que pudiera llegar a besarla. “Oye Rai, ya sabes que lo nuestro ha terminado, aunque la verdad es que nunca llegamos a tener nada, encanto” fueron las palabras de Ana. Mi ex Ana.

A lo que vamos, que Totó era un idiota integral. Prefería estar con aquella mujerzuela de pacotilla llamada Mar antes que con un amigo desolado. ¡TOTÓ ME LAS PAGARÁS! Al final bajé del coche por decisión propia y me fui a la playa. El ignorante de mi ex amigo pensaba que le quería robar a la chica, seguro. Yo, que lo único que quería robarle a él eran unos minutos de su tiempo para bebernos otra copa.

En la playa encendí de nuevo un cigarrillo. Detrás de unas hamacas descubrí a Ana practicando el sexo más raro que he visto en mi vida con uno de los heterosexuales reprimidos de la discoteca. Miré al cielo y me acordé de mi hermano Joan, vencido por la leucemia. Me desvestí, doblé mi ropa con cuidado y me metí dentro del agua. Allí en las hamacas Ana continuaba envistiendo a aquel tipo con los dedos dentro de su pudoroso recto. Pensé que lo mejor sería nadar un rato. Otra vez me acordé de Joan y me sumergí por completo en el mar.

Mar, precioso nombre. Inmenso y bello el mar, mas no tan inmenso como el cielo. Y yo, tan insignificante, me sumergí de nuevo en el agua.

jueves, 3 de mayo de 2012

MUNDO RAI (II)


El chupapollas 


 -¡Abre la puerta, Rai! Soy tu hermano Fede. Haz el favor de dejarme pasar.
 -Jodido Fede, eres el cabronazo más inoportuno que conozco- le dije de camino a la entrada dispuesto a abirle.
 -¿Qué cojones te pasa Rai? ¿Es que no te alegras de ver a tu hermano pequeño?- Fede echó la vista hacia el sofá - ¿Qué mierdas haces tú aquí?

 Jota estaba tumbado fumando no sé qué mierda:

 -¿Que qué hago yo aquí? Estábamos dándole al coco, nene.
 -Sí, Fede, estábamos marcándonos unos temas. – añadí yo.
 -¡Maldito chupapollas! ¡Nos has hecho perder el hilo! – atacó Jota a mi hermano.
 -Cierra el pico. No me extrañaría que tú también perdieras aceite. Todo el día aquí, en casa de mi hermano…

 Se levantó Jota del colchón y fue directo a mi hermano con el puño de la mano preparado.

 -Estate quieto, Jota – intervine – No vuelvas a llamarle chupapollas. Fede es mi hermano de sangre, ¿te enteras?
 -¡Maldito Rai! ¿Ahora te pones de lado de Fede? Él no es de los nuestros. Le van los culos y las pollas arrugadas y peludas. Y yo también soy hermano tuyo, somos hermanos de sangre de la misma aguja. Al menos antes, cuando eras de los míos.
 -Jota, cierra el pico de una vez. Fede será un chupapollas, pero ¿quién no lo ha sido alguna vez? Yo, sin ir más lejos, lamí el culo de Lydia hasta el día de su muerte- Empecé a alzar la voz cada vez más mientras mi hermano contemplaba mi discusión con Jota sentado en la banqueta- Además, ¡qué cojones! Más vale ser un chupapollas que un pollachupada. El chupapollas es el que da los lametazos, el que controla la situación. ¡EL CHUPAPOLLAS ES DIOS! ¿TE ENTERAS? –suspiré, le di un trago largo a la cerveza y continué con mi discurso - ¡Va por ti Lydia, querida!– y estampé la botella contra la pared.

 Jota seguía fumando crack, guiñó un ojo a Fede y empezó a tocarse un nuevo tema:

 -Lo he titulado “El chupapollas del hermano de mi colega”. Espero que os guste.

 Los tres empezamos a reír:

 -Algún día os presentaré a mi novio y desearéis ser yo. Os aviso de que es cubano y se llama Zwambo. Y ahora si no os importa, servidme un trago, he tenido un día horrible. 

 El mundo está lleno de maricones, drogas, perdedores y algún que otro suicida desahuciado. Sé que no te gusta, pero a mí tampoco me gustas tú. En paz, amigo.

martes, 1 de mayo de 2012

Historias de diminutos y gigantes (XIV)


DESMAYO



 
- ¡Por favor! ¡Que alguien me ayude! ¡Socorro, un médico!

Me levanté rápido de la silla dejando el “ginto” a medias y me acerqué a la mesa de donde provenían los gritos.

- ¿Roberto? ¿Qué haces tú aquí? ¿A qué vienen esos chillidos?
- Toni, ahora no es momento de preguntas. A Andrea le ha dado un patatús.
- ¿Andrea? ¿Mi Andrea? ¿Qué narices haces tú con ella? Maldito lechuzo, aparta de ahí, voy a hacerle el boca a boca a mi novia.
- Ni te acerques Toni, ella no es tu novia. ¡Y deja de llamarme lechuzo o acabo contigo!
- Bueno está bien, no es mi novia, pero existe un vínculo entre nosotros, uno de esos que tiene como ley no escrita poder hacerle el boca a boca cuando se me antoje.
- Deja de decir tonterías, Toni. Estoy preocupado. Estábamos besándonos cuando de repente, al meterle mano, se ha desmayado.
- Ya sabía yo que con esas grúas que tienes como brazos acabarías algún día haciendo daño a alguien.
- A quien voy a hacer daño es a ti como no cierres esa bocaza que tienes.
- De verdad Roberto, ¿cómo has podido? Sabes de sobra lo que siento por Andrea.
- ¿Qué mierdas vas a sentir tú? ¡Siempre estás igual!
- Era el amor de mi vida. Nunca había sentido nada igual, lechuzo.
 -Un día te mataré Toni, lo juro…
- Tssss, cierra el pico Roberto y mira eso.

A nuestra derecha continuaba desmayada Andrea y una hilera de unos veinte hombres formaban una larga cola para hacerle el boca a boca.

- Esta chica ya no sabe qué hacer para que los hombres se le echen encima. Jodido Roberto, eres un maldito lechuzo. A ti también te la ha pegado.
- Yo la quería Toni.
- Claro Roberto, todos, tarde o temprano, acabamos queriéndola. Vamos a la barra del bar, que vas a invitarme a un “ginto”.

Llamé a Marco, el camarero, pero quien apareció detrás de la barra fue su hija Laura.

- ¿Qué desean beber, caballeros?
- Cualquier cosa que contenga tu saliva, nena.

Laura echó a reír ondeando su melena de un lado a otro y enseñando sin descaro sus encantos.  ¡Qué mujer! Era sin duda el amor de mi vida, nunca había sentido nada igual.