Más allá del coño
No había conseguido escribir nada digno aquella noche. La
madrugada caía sobre mi estudio y la soledad era acompañada por el whisky. Fue
entonces cuando llamaron a la puerta. Me guardé la polla dentro del pantalón, me levanté medio borracho y abrí.
Era Laura, como siempre, como todas las veces.
- Me he enterado de que lo dejaste con Paula,
amor.
- Es una golfa más. Y no me llames amor,
nena. No me llames nada.
- No te enfades, amor. Solo he venido a ver qué
tal estás.
Me serví un whisky con soda y le ofrecí uno a Laura. Pero no
quiso beber. Nunca quiere beber cuando le ofrezco whisky. Es una desagradecida.
Una puta desagradecida.
- Estoy jodido, nena. No sé sobre qué
escribir.
- Deja que te ayude, quizás yo pueda inspirarte.
Agarró mi mano y la colocó sobre uno de sus enormes pechos.
- ¿Así mejor, amor?
- Joder nena, cómo te quiero.
- ¿De verdad lo dices?
- Sí nena. Te quiero porque hueles a incesto y crimen. Y eso me vuelve loco.
Desnudé a Laura lentamente, pese a que opuso una ligera resistencia.
La besé en la boca y le di una cachetada en el culo.
- ¿Por qué hemos estado separados tanto
tiempo, amor?
- Tienes que entenderlo, nena. No puedo estar en todo. Pero no ha habido coño como el tuyo. Tan carnoso y excitante, tan húmedo y juguetón. Eres un encanto, nena. No imaginas lo que te quiero.
- Te gusta mi coño, ¿verdad, amor?
- Me gusta verlo, olerlo, comerlo. Siéntate en el sofá y abre esas piernas, nena. Voy a escribir sobre ese coño que es el fruto de mi inspiración.
Laura se sentó y abrió las piernas como le ordené. Cogí
pluma y pergamino y empecé a deslizar mi trazo por el papel.
- ¿No estarás escribiendo sobre este momento,
no amor? No me gustaría que esto saliera de aquí.
- Calla nena, no digas nada.
- ¿Me sigues queriendo?
- Cada minuto que pasa te quiero más.
Le volví a ofrecer escocés con agua para beber. La muy desagradecida
volvió a rechazarlo. Paula nunca rechazaba un trago de alcohol. Es más, le
entusiasmaba. Paula era una maldita zorra, pero le entusiasmaban los tragos de
alcohol.
Laura y yo hicimos el amor durante toda la noche. A la
mañana siguiente me desperté sobresaltado. Fui al baño y acabé de escribir el
relato sobre Laura. Luego se me ocurrió llamar a Paula por teléfono. Lo hice, pero
esa jodida golfa no contestó a mi llamada. Nunca lo hacía. Es una
desagradecida. Una puta desagradecida.
El sol permanecía escondido tras los nubarrones que
presagiaban otro día de lluvia intensa. Hacía mucho frío y Laura aún continuaba
dormida. Encendí un Lucky Strike y suspiré. La vida en la ciudad era una
auténtica mierda.