domingo, 20 de febrero de 2011

NOSTÁLGICOS ANTECEDENTES

 Sonrisa fetichista a la masturbación ajena

 "Sufrimientos que se curan con solo afrontar la realidad"

Tras abrir los ojos te encuentras dos miradas frente a frente. Al observarlas se te desgarran las pupilas, clavas en tu retina las uñas y aprietas con todas tus fuerzas para derramar lágrimas que sangran por tu rostro.

Tras un escalofrío se tocan olvidando a todos los presentes. Se enfrentan a un desgarre virginal explotado por aullidos masculinos ensordeciendo una voz femenina perdida en la inocencia. Se sacuden violentamente llegando a encontrar el placer en el sufrimiento más interno de sus propias carnes. Te retuerces los testículos con el puño de la mano. Fuerte, mucho más fuerte. Se te nubla la visión y pierdes el conocimiento.

Tras un movimiento inoportuno se besan empapando de saliva sus labios. Te descalabras mordiéndote la lengua hasta partirla en dos. Te miras al espejo y sonríes con los dientes manchados de dolor. Revientas de ingratitud manteniendo esa “simpatía despampanante” producida por sus desdichadas grotescas vibraciones, incluso para un acto voyeur.

Tras sus caricias cerebrales caes en la tentación de quebrantar tu vida sintiendo esas gotas de ácido en la sangre. Apagar salvajemente tu piel a base de plutonio, transformando la amargura en un maniático cosquilleo. Que la angustia se apodere de ti y las náuseas excitadas contengan la sensación de incredibilidad causada por la tragedia de tu mirada.

Tras un breve suspiro sigues estando vivo, y no lo entiendes. Te están matando, como si tu pituitaria reventara en cuestión de segundos convirtiendo tu nariz en un escalofriante bache facial.

Tras una maquiavélica carcajada que se agudiza en tu oído, prendes fuego a tus orejas que se esfuman en un santiamén reduciéndolas a simple ceniza. No puedes escuchar, pero no importa, una chirriante voz sigue clavada en tu mente, como si una asquerosa tarántula recorriera el interior de tu cuerpo amenazando con infectar tus pudorosos genitales.

Tras una asustadiza mirada que te observa inquietante ha llegado tu momento. El momento de sonreírla tras la finalización de tu sesión fetichista acontecida. De molestar en el clímax más profundo acaecido en sus entrañas. De dejarles que se desahoguen con sus violentas manos experimentadas en saber hacer gozar de manera inaudita.

Tras una merecida pausa, la función se les acaba, bebiéndose el fruto de su cohibido amor. Prueba superada para ti, señor espectador, cumpliendo con creces el mirar continuo de la alevosía femenina. Prueba superada para ti, señor perdedor, sonriendo con vigor a escasos centímetros de lo que fue tu vida.

domingo, 13 de febrero de 2011

EL ESPEJO AJENO 2

El abrazo al infinito 
 "Desde el afecto hasta el infinito y más allá"

Y le dijo que pasara, que no tuviera miedo, que a su lado podría ponerse cómoda, que él acariciaría su mano y le dejaría un pañuelo para secar unas lágrimas que de gigantes creyeron tener un relato para ellas mismas. Pero no se quedó, ella subió al coche y aceleró hasta desaparecer en el infinito más lejano. 

¿Que qué hizo él? Correr detrás de aquel coche como si se pudiera alcanzar ese infinito tan inflamable que él llegó a sentir el fuego de sus labios en los de ella . Pero ahora el fuego estaba helado, y sus labios apagados. 

Se la imaginó llorando en su viaje al más allá, maldiciendo no haber aceptado el pañuelo que le ofreció, con la mirada perdida, los sueños rotos y la cartera vacía. Él siguió corriendo tan deprisa que temió tropezar con el aire, y al final fue el aire el que acabó por tropezar con él. Pero  estoy seguro, de que si aquella fue la despedida, no hubiera  imaginado en su vida un adiós mejor.

 ¿Pero por qué se fue?¿Hasta dónde pudo llegar aquel coche?  Si hasta le dijo que si se podían abrazar, que lo sentía, ¿qué sentiría? Él  no la quiso abrazar, y lloró, usando un pañuelo que instantes después quisó compartir con ella. Porque ella lloró, como si los abrazos fueran importantes. No lo comprendió, los importantes eran ellos.  

Acechando las sombras de los árboles, gritando salvajemente, arremetiendo contra obstáculos impertinentes, desbordando la paciencia en su cabeza, corriendo como las segundas oportunidades, esquivando las miradas de los fantasmas de la oscuridad, desconfiando de las ayudas casuales. Rápido, como cuando vuela el viento, detrás del infinito, allí se encontraba él, sin saber muy bien dónde encontrarse.

Empezó a reirse de lo absurdo. Nadie puede abrazar al infinito, y allí estaba él, rechazando abrazos como quien rechaza ser el rey del mundo. Luego ella subió al coche y besó a otro. Entonces entendió lo que ella sentía, y el coche despegó hasta el más allá. Por eso corrió, porque las segundas oportunidades hay que buscarlas, porque no importan las miradas, ni quien se interponga en el camino. Por eso corrió, por querer abrazar al infinito.

sábado, 5 de febrero de 2011

RUTINAS ASCENDENTES

 La muerte


"Que nadie sepa dónde voy para que nadie perciba dónde estoy"





-          Me alegra su visita, pase pase.

-           ¿De verdad puede verme?

-           Claro, ¿por qué no tendría que poder verlo?

-          Juraría que estaba muerto. Quiero decir, estoy seguro de que estoy muerto.

-          ¿Muerto? No, hombre, no, ¿qué le hace pensar así?

-          Paseaba tranquilo por la calle y han tropezado conmigo tres personas, ni siquiera se  han disculpado, han seguido su camino como si nada. Es como si no me hubieran visto. Como si nadie me pudiera ver.

-           Pues yo le hago salir de dudas, tranquilo que usted estará loco, pero muerto le aseguro que no.

-          Lo que nos mata es la indiferencia, y la muerte es la cura a lo indiferente. ¿es triste verdad?

-          Lo triste es morirse y ya le he dicho que no lo está.  La muerte está setenta y pico pisos más arriba. No tenga usted tanta prisa. ¿No prefiere este piso diecinueve?

-           Yo no tengo prisa, si la tuviera iría tropezando con la gente por las aceras como si de muertos se tratara. El caso es que son ellos los que tropiezan conmigo.

-           ¿Le preocupa ser indiferente?

-          ¿Acaso alguien lo es totalmente? Cualquier humano acarrea consecuencias planetarias antes de desaparecer. Nuestro paso por la vida es importante, pero quizás el paso por la muerte lo es más.

-           Los vivos no deberían hablar de muerte, creia que usted pensaba de esa manera.

-          Y lo sigo pensando. No hablo de morir, hablo de morirse. No me refiero a estar muerto, me refiero al simple hecho de matarse.

-          ¿Estamos todos envenenados?

-          Estamos condenados a ello ¿Y qué me dice de la amistad, del amor, del “él” o del “ella” que transportamos en la mente, de la verdad, de la justicia, de la razón…? Ellos sí que son indiferentes.  Lo único que es cierto en todo esto es que si el antídoto es la humanidad, la muerte está al caer.

-          Pero nadie se quiere morir.

-          Pero es que lo triste no es morirse, es no saber que se está muerto.

-          Ahora resulta que los locos están más vivos que los que no lo son. 

-          Son ellos, le aseguro que los locos son ellos.

-          Cuídese, hasta pronto.

-          A mandar, buenas noches.