miércoles, 28 de enero de 2015

MUJERES EN LA MADRIGUERA





Noche de lujuria. Noche de pasión. Lo estaba pasando bien. Bailaban a mi alrededor cientos de mujeres. Se acercaban, me besaban. Y más de una acabó invitándome a un trago.

La Madriguera era el nuevo pub de moda. Saltaban y se empujaban los borrachos en el pub. Salí de entre el barullo de la gente y encendí un cigarrillo. Lo apagué. Nunca me acuerdo de que no fumo. Entonces alguien puso una cerveza en mi mano:

-¿Sara? No te veía desde el instituto.

-No sabía que ahora te movías por aquí, Martín.

-Ten amigos hasta en el infierno. Es lo que dicen, chica.

Volví a entrar en el pub de moda como un moderno más. Intenté bailar sin despegarme de mi preciada cerveza. Se acercó a mí la rubia de la barra:

-Oye, tú te llamas Martín, ¿no es así?

-Lo sabrás si algún día nos casamos.

-No hay duda. Eres ese tipo raro que escribe cosas raras sobre la gente normal.

-No, nena. Soy ese tipo normal que escribe cosas normales sobre la gente rara.

-Estás loco, ¿lo sabías? Ven Martín, deja que te invite a otra cerveza. Por cierto, me llamo Paula. Aunque todos me llaman Paulita.

He conocido a miles de Paulitas a lo largo de mi vida.

Cogí un taxi. Conducía la doble de Hillary Swank.

-Oiga, perdone señorita, ¿Le puedo llamar Hillary?

-Ni se te ocurra, Martín. Para ti soy la señorita Swank.

Vaya, sabía cómo me llamaba.

-Oiga, señorita Swank. Estoy sin blanca, ¿no sería usted tan amable de fiarme?

-Bésame Martín, tu lengua es la plata que más necesito.

Y cuando bajé del coche se lo pregunté.

-Dígame, señorita Swank. ¿Cómo es que sabe mi nombre? Usted también lee mis relatos, ¿no es así?

-Llevas un cartel en la camiseta con tu nombre, chavalito.

Y no volví a ver más a la señorita Swank.

En casa, abrí una nueva cerveza. Me asomé al balcón. Sonreí. La calle estaba repleta de hombres y mujeres cantando. Salí disparado de esa especie de madriguera en la que vivía y me acerqué a ellos. Empecé a besarles. Mi amigo Gastón estaba entre la muchedumbre.

-Gastón, viejo amigo. Ven y bésame. Necesito uno de tus besos sagrados.

-Mírate, Martín. ¿Dónde quedó tu honestidad?

-Amigo Gastón, ya no he vuelto a ser honesto, ¿para qué si nadie me entiende?

-Y esas chicas, Dios, Martín, esas chicas, ¿cómo lo haces?, ¿cómo las consigues?

-El problema, amigo Gastón, no es cómo las consigues, sino cómo te deshaces de ellas.

Amanecía en la ciudad entre vómitos y peleas callejeras. Caminaba con Gastón por el Paseo Marítimo.

-¿Sabes Gastón? No hace mucho conocí a una chica. Alma recuerdo que se llamaba.

-¿Qué cuenta la buena de Alma, Martín?

-Gastón, su nombre: Alma. ¿Para qué quieres que cuente nada más?

-Bonito nombre, Martín. Es un nombre maravilloso. ¿La conociste en La Madriguera?

-No, Gastón, ella no va a esos sitios.

El sol iluminó la playa. Las peleas acabaron en tablas. El olor a vómito era exquisito.

-Así que Alma, ¿no?

-Así es, amigo Gastón, así es.

domingo, 4 de enero de 2015

EN EL ALMA



En el alma nos quisimos a veces, nos odiábamos siempre, 
Nos contamos mentiras, compramos promesas, nos vendimos la vida
En el alma mil formas de hacernos cosquillas, gritos helados,
disculpas cohibidas, perdernos en olvidos futuros y
recuerdos lejanos, buscarnos en el pasado y sonrientes encontrarnos
como si fuéramos unos simples extraños.
En el alma un concierto en tu boca, platillos volantes, melodías de ensueño
En el alma un Picasso tu cuerpo, literatura tus sueños, el cristal de tus besos.
En el alma el invierno se acerca, el frío me abrasa, el calor de tu hielo.
En el alma el reflejo del sol en tus ojos vidriosos,
los astros te gustan, la luna te acuesta, así te recuerdo
Y la sangre me tiembla.

En el alma no me das tregua, me perdonas la vida
Me hostigas hasta devorarme el pecho.
Discutes mil tonterías, me muerdes el cuello.
En el alma tu sonrisa torcida, tu cabeza inclinada, tus uñas mordidas
En el alma el cigarro en tu boca, la mirada perdida, tu foto en mi almohada
En el alma yo leo a Cortázar, Tú lloras desnuda, Tú vistes la playa
En el alma tu beso en mi beso, tu lengua da vueltas,
yo lo recuerdo
y la sangre me tiembla.

En el alma un portal encantado, un abrazo mordido, amanecer en tus brazos.
En el alma tu beso en Madrid, tu adiós en la playa
En el alma París en septiembre, las gotas de lluvia mojando tu cara.
En el alma las fiestas del jueves, tus llamadas nocturnas, los domingos de fiebre
En el alma tu risa en el metro, mis chistes sin gracia, mi pulmón en tu aliento.
En el alma morderte los labios, estirar y llevármelos,
Pintarlos de colores, guardarlos en mi cuarto,
y jugar con tu risa venga que venga,
así te recuerdo
Y la sangre me tiembla.

En el alma el desastre que eres, el pijama en el suelo, tu cama siempre deshecha
En el alma tus malas canciones, los días prohibidos, tus mil expresiones
En el alma la inquietud de mis pasos, el nerviosismo latente
En el alma, esta que te aguarda, vendida al diablo
con tal de volver a verte, así te recuerdo
Y la sangre me hierve.

En el alma la playa se viste de clara,
se peina radiante bailando al son de una guitarra,
se cubre de oleaje porque el miedo ya no le atraganta
y bajo una almohada de agua nada en sus sueños encantada.