lunes, 26 de agosto de 2013

Chica apoyada en pared fuma



Llego tarde a cualquier lugar, andando a paso lento, pensando en las miradas vacías, en los amigos perdidos, en las chicas de Madrid; y a lo lejos, posada sobre la pared de un arruinado bar, una mujer rubia destila humo de su cigarrillo. La conozco de vista, pero no caigo en la cuenta hasta que la sobrepaso. Entonces no hay saludo, hay transformación. Comienzo a acariciar el humo sobresaliente de su boca que se pierde en el minúsculo infinito. Levito y persigo con los labios la nicotina esparcida por el aire que respira. Ella debe de trabajar en el bar, ha salido a relajarse, su expresión es la de una bella mujer rota, pero solo es cansancio, seguro. No sé si ella me ha visto, si me ha reconocido, si también se ha transformado. He descubierto un trozo de vida en una ciudad podrida, y mientras sigo caminando escribo mentalmente estas palabras y las miradas vuelven a ser profundas, los amigos vienen a mí; ya no hay chicas de Madrid. 

lunes, 5 de agosto de 2013

LA MISERIA DE MI HISTORIA PULP


“Mi única duda es saber si Estados Unidos acabará con el mundo o si el mundo va a acabar con Estados Unidos” Henry Miller


¡Boom! ¡Bam! Resuenan las bombas en la meta de la maratón de  Boston. Piernas y brazos se desprenden de sus cuerpos y se gangrenan en la más mísera soledad. ¡Mutilados, mutilados! ¡Los gorriones han sido mutilados! Otra vez el eco ensordecedor de aquel fatídico once de septiembre. Jodido Dios, si existieras te mataría a palos.

Me siento desbordado por el desorden de la vida. No encuentro ayuda ni en los libros ni en los litros de cerveza que escampo por la habitación con más pena que gloria. ¡Bam! ¡Boom! Otra vez ese maldito ruido que ultraja el bienestar. Madrugada de hielo y el mundo se congela. Es el maldito kilómetro 42.

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano… y de repente ¡Boom! ¡Bam! Todo se hace añicos. Como si de la nada se tratase resuenan los tambores de la guerra.

-¡Mirad lo que habéis hecho! ¡Solo era Cortázar! ¡Solo trataba de leer Cortázar!

Extenuado, busco el desayuno por entre las botellas vacías de cerveza. El aliento me sabe a sangre. Desangro mi voz a gritos. ¿A quién demonios le importa que yo me vuelva loco si el mundo se está muriendo?

Martín, mi compañero de piso, entra en mi habitación asustado:

-Carlos, ¿qué carajo te pasa? Dime, amigo, ¿qué puedo hacer para salvarte?

-¡SOY EL HÉROE DE LA HISTORIA, NO NECESITO QUE ME SALVEN!

¡Boom! ¡Bam!

-Carlos, llamó Laura, está preocupada por ti.

Martín me pasa el teléfono. Marco el número. Alguien descuelga al otro lado.

-Laura, no es por mí por quien debes de preocuparte. Yo ni siquiera te estoy siendo fiel, incluso es probable que no te quiera. ¡A la mierda!

-Carlos, mi vida, ¿qué me estás queriendo decir?

-  ¡A LA MIERDA! ¡A LA MIERDA! ¡A LA MIERDA!

Vamos al comedor. Martín enciende el televisor. Boston en primera plana.

-Dicen que han sido dos hijos de puta.

-O de puto.

-¿Cómo dices, Carlos?

Primavera negra, Trópicos de Capricornio y Cáncer y una América que te gusta tan poco como a mí, Miller. Revolotean decenas de gorriones sacudiendo alegres sus inocentes alas, esperanzadores. Escopeta al aire y estallido desgarrador. La muerte os espera valientes gorriones, piad mientras podáis. Ama, gorrión, ama como si no hubiera mañana.

La música celestial mantiene vivo vuestro último aliento, pequeños pajaricos. Dos aves enamoradas se despiden entre lágrimas de acero. ¡Mutilados! ¡Mutilados!

-Te pío mucho. Te pío como nunca he piado a nadie más.

-Yo también te pío mucho, y siempre te piaré.

Miller, voy a quemar tus libros, y luego haré lo mismo con los tuyos, Kerouac. Cogeré mis escritos y los romperé por la mitad. Sentado en el sofá me siento inútil, mantengo la compostura de quien no tiene nada que perder y aun así acabo perdiendo. Lo siento Laura, pero he comprendido que la vida es eso que pasa mientras el mundo explota y la cerveza se consume. ¡A la mierda!

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope… Bien amigo Dios, yo no te caigo bien y tú tampoco me caes bien a mí, pero deja acabar las carreras como Cortázar merece que su obra sea leída hasta el fin de los días. Que haya más poesía al final de cada kilómetro 42. Brindo por ti Dios, aunque me hayas dejado sin cerveza.

Boston se encuentra a 5765 kilómetros de Gandia, la ciudad que me ha visto crecer y que se muere por verme morir. Diez horas de vuelo separan ambas regiones. Son las cinco de la mañana aquí en España. La segunda bomba ha explotado llevándose tras de sí la alegría de centenares de personas. Cae la tarde en América.

-Martín, amigo, prepara café, el olor a muerto aún tardará en llegar.