lunes, 23 de septiembre de 2013

LA SOCIEDAD




La Sociedad es un folleto divulgativo con el que La Tinta Vino intenta crear, de la nada, una revista de la que todos formen parte. Es una manera sencilla con la que se pretende salvaguardar todo el arte que se desee, un mundo aparte cuya intención principal es expresar cualquier tormenta, cualquier crítica a todo lo que nos rodea, incluso la felicidad que produce ver un frondoso árbol de hojas verdes, un parque donde los niños jueguen, los jóvenes lean, las peleas acaben en tablas.

Por eso, lo primero que hay que preguntarse es, ¿qué significa La Tinta Vino y La Sociedad? La Tinta Vino es el mundo al que nos podemos transportar y La Sociedad es su salvoconducto. Pese a ello, el viaje es siempre más largo de lo esperado. No obstante, te invitamos a que escribas porque tú también formas parte del camino.

Al abrir las demás páginas de este folleto, encontrarás varios relatos que están lejos de ser lo buenos que nos gustaría que fueran en un futuro, alguna dieta que es de lo que nos alimentamos en este mundo y los cimientos de una revista que tras esta primera publicación, aún está cogiendo forma y contenido.

Adelante, adéntrate en el mundo de La Tinta Vino, comparte nuestros pensamientos que no están lejos de ser también los tuyos, diviértete y únete al universo de las letras, las fotos, las pinturas, que tu arte no quede en vano, no dejes que se ensucie con el aire de este planeta que nos rodea.

¿Listo para comprobarlo? A partir de este momento empezamos con La Sociedad. Recuerda, la vida es tan bonita como uno quiere que lo sea. Esta es tu revista. Bienvenido seas.

LA SOCIEDAD

(un proyecto de La Tinta Vino)

martes, 3 de septiembre de 2013

SE BUSCA UN LABIO FINO

https://www.facebook.com/LaTintaVino?fref=ts

Ahora que sé que me lees empiezo a encontrar más cercana la fecha en que me odies. Noche de fiesta aquella en la que yo pensaba en una tal María y tú apareciste de la nada y pensé que por qué no, que ya pensaría en ella al día siguiente y que la diversión nocturna contigo podía estar asegurada. Raramente me equivoco en mis pensamientos, y aquella vez no fue diferente.

Tú movías tu cuerpo devorando la pista de baile y te acercabas y yo sentía las ganas de otra copa y en eso que me acerco a la barra e intento recordar tu nombre pero, chica, qué quieres que le haga, ni siquiera me acordaba, Clara, o tal vez Carla, sí, sí, por ahí iban los tiros, y fue entonces que vino una de las pocas amigas que tenías y me habla sobre ti y no había manera de que me dejara en paz.

Con mi copa enfriando mi mano derecha, fue así, le di un buen trago al maldito garrafón y, pese al éxtasis del alcohol, reflexioné y le dije a la pesada de tu amiga (que pronto también sería la mía): “Oye, escucha, me hace más feliz una mala copa que una buena mujer”.

No, eso no estaba bien del todo porque me vi vomitando por las esquinas y solo tú sonreías a lo lejos y, vaya, hay que ver, qué tristeza la de tus rasgos faciales, tu labio superior tan fino siendo dueño de tu rostro, y tu sonrisa que  no significaba nada para mí, al menos conseguía disminuir mis arcadas y entonces, y quizás solo entonces, las copas perdieron prioridad y pensé, está bien, yo tengo que morder ese labio, y bueno, quién sabe, tal vez María algún día comprenda que ni mañana me apetezca pensar en ella.

Ahora que sé que me lees es mejor que no lo hagas. Yo buscaba más Claras, o tal vez más Carlas en la noche y alguna encontré, y me vi besando a las de fácil acceso y las había de otras que me abofeteaban y me lanzaban una mirada repugnante. Para nada importaba. Siempre alguien acababa conociendo a otro alguien y más copas en la barra y yo metiendo la mano por entre tus medias a la par que volvía a las esquinas y seguía vomitando como si de otra noche desastrosa se tratase. Entonces volvías a sonreír allá a lo lejos, inclinabas la cabeza a un lado y cantabas malas canciones que te hacían vibrar el labio. Sí, ese labio tan fino que se adueñaba de tu rostro.

 Ya no queda ron y ya malgasté todas las esquinas. Hay noches en las que lo pienso todavía. Tampoco es tan difícil entender de prioridades.

lunes, 26 de agosto de 2013

Chica apoyada en pared fuma



Llego tarde a cualquier lugar, andando a paso lento, pensando en las miradas vacías, en los amigos perdidos, en las chicas de Madrid; y a lo lejos, posada sobre la pared de un arruinado bar, una mujer rubia destila humo de su cigarrillo. La conozco de vista, pero no caigo en la cuenta hasta que la sobrepaso. Entonces no hay saludo, hay transformación. Comienzo a acariciar el humo sobresaliente de su boca que se pierde en el minúsculo infinito. Levito y persigo con los labios la nicotina esparcida por el aire que respira. Ella debe de trabajar en el bar, ha salido a relajarse, su expresión es la de una bella mujer rota, pero solo es cansancio, seguro. No sé si ella me ha visto, si me ha reconocido, si también se ha transformado. He descubierto un trozo de vida en una ciudad podrida, y mientras sigo caminando escribo mentalmente estas palabras y las miradas vuelven a ser profundas, los amigos vienen a mí; ya no hay chicas de Madrid. 

lunes, 5 de agosto de 2013

LA MISERIA DE MI HISTORIA PULP


“Mi única duda es saber si Estados Unidos acabará con el mundo o si el mundo va a acabar con Estados Unidos” Henry Miller


¡Boom! ¡Bam! Resuenan las bombas en la meta de la maratón de  Boston. Piernas y brazos se desprenden de sus cuerpos y se gangrenan en la más mísera soledad. ¡Mutilados, mutilados! ¡Los gorriones han sido mutilados! Otra vez el eco ensordecedor de aquel fatídico once de septiembre. Jodido Dios, si existieras te mataría a palos.

Me siento desbordado por el desorden de la vida. No encuentro ayuda ni en los libros ni en los litros de cerveza que escampo por la habitación con más pena que gloria. ¡Bam! ¡Boom! Otra vez ese maldito ruido que ultraja el bienestar. Madrugada de hielo y el mundo se congela. Es el maldito kilómetro 42.

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano… y de repente ¡Boom! ¡Bam! Todo se hace añicos. Como si de la nada se tratase resuenan los tambores de la guerra.

-¡Mirad lo que habéis hecho! ¡Solo era Cortázar! ¡Solo trataba de leer Cortázar!

Extenuado, busco el desayuno por entre las botellas vacías de cerveza. El aliento me sabe a sangre. Desangro mi voz a gritos. ¿A quién demonios le importa que yo me vuelva loco si el mundo se está muriendo?

Martín, mi compañero de piso, entra en mi habitación asustado:

-Carlos, ¿qué carajo te pasa? Dime, amigo, ¿qué puedo hacer para salvarte?

-¡SOY EL HÉROE DE LA HISTORIA, NO NECESITO QUE ME SALVEN!

¡Boom! ¡Bam!

-Carlos, llamó Laura, está preocupada por ti.

Martín me pasa el teléfono. Marco el número. Alguien descuelga al otro lado.

-Laura, no es por mí por quien debes de preocuparte. Yo ni siquiera te estoy siendo fiel, incluso es probable que no te quiera. ¡A la mierda!

-Carlos, mi vida, ¿qué me estás queriendo decir?

-  ¡A LA MIERDA! ¡A LA MIERDA! ¡A LA MIERDA!

Vamos al comedor. Martín enciende el televisor. Boston en primera plana.

-Dicen que han sido dos hijos de puta.

-O de puto.

-¿Cómo dices, Carlos?

Primavera negra, Trópicos de Capricornio y Cáncer y una América que te gusta tan poco como a mí, Miller. Revolotean decenas de gorriones sacudiendo alegres sus inocentes alas, esperanzadores. Escopeta al aire y estallido desgarrador. La muerte os espera valientes gorriones, piad mientras podáis. Ama, gorrión, ama como si no hubiera mañana.

La música celestial mantiene vivo vuestro último aliento, pequeños pajaricos. Dos aves enamoradas se despiden entre lágrimas de acero. ¡Mutilados! ¡Mutilados!

-Te pío mucho. Te pío como nunca he piado a nadie más.

-Yo también te pío mucho, y siempre te piaré.

Miller, voy a quemar tus libros, y luego haré lo mismo con los tuyos, Kerouac. Cogeré mis escritos y los romperé por la mitad. Sentado en el sofá me siento inútil, mantengo la compostura de quien no tiene nada que perder y aun así acabo perdiendo. Lo siento Laura, pero he comprendido que la vida es eso que pasa mientras el mundo explota y la cerveza se consume. ¡A la mierda!

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope… Bien amigo Dios, yo no te caigo bien y tú tampoco me caes bien a mí, pero deja acabar las carreras como Cortázar merece que su obra sea leída hasta el fin de los días. Que haya más poesía al final de cada kilómetro 42. Brindo por ti Dios, aunque me hayas dejado sin cerveza.

Boston se encuentra a 5765 kilómetros de Gandia, la ciudad que me ha visto crecer y que se muere por verme morir. Diez horas de vuelo separan ambas regiones. Son las cinco de la mañana aquí en España. La segunda bomba ha explotado llevándose tras de sí la alegría de centenares de personas. Cae la tarde en América.

-Martín, amigo, prepara café, el olor a muerto aún tardará en llegar.

martes, 28 de mayo de 2013

BOTELLÍN EN MANO

https://www.facebook.com/LaTintaVino?fref=ts

Algunas veces creo que no te quiero porque evito verte en las noches de lujuria y esto está lleno de mujeres y María me dice que no las mire, que siempre estoy igual y ya empieza con sus enfados de niña adolescente y ahora son todas las que se giran a mirarme al escuchar sus gritos y me abochorno. Tú y yo no tenemos mucho en común, quizás que vivimos frente al mar y que nos encantan las albóndigas que cocina tu abuela, pero poco más.

No me importa porque ahora lo único que quiero es desaparecer de este antro donde bebo cerveza con los amigos intelectuales de María que me miran extrañados y me preguntan por Dostoievski, Tolstoi y demás escritores de época, y yo odio tanta pregunta porque esta no es mi vida y la cerveza ya comienza a calentarse.

Pero no todo lo que rodea a María es malo. Es tan buena que siempre prepara tarta de queso en mis días grises y piensa que ella y yo somos uno. Lo cierto, amiga, es que al igual que las albóndigas de tu abuela,  la tarta de queso y yo sí que somos uno.

viernes, 24 de mayo de 2013

CÓMO HABLAR SOBRE TI SIN QUE PAREZCA QUE ESTOY HABLANDO SOBRE TI

https://www.facebook.com/LaTintaVino?fref=ts


Regla número 1. Ir a la nevera, coger una cerveza, salir a la terraza, abrir la libreta de bocetos y pensar. Primero tengo que cambiarte el nombre. Veamos. Dices que no quieres llamarte Paula, ni Laura, ni cualquiera que haya pasado ya por alguna de mis historias. Está bien, tú eres la excepción. Te bautizaré como Malgorzata.

Regla número 2. Pensar en los recuerdos que comparto contigo. Alguna noche de borrachera, cierta discusión sin fundamento, confidencias en un bar. Joder, son una puta mierda de recuerdos. ¡Si al menos nos hubiéramos acostado! Pero tampoco. Al menos una noche soñé que nos enzarzábamos en una batalla a vida o muerte y los dos acabábamos desangrados. Lo siento, no he encontrado mejor recuerdo en esta ebria mente perturbada.

Regla número 3. Romper el hielo con alguna anécdota graciosa. Bueno, tú siempre has tenido sentido del humor, aunque desde el principio fuiste pésima contando chistes. Está bien, yo me habré tomado mis cervezas  y a lo mejor pensaba que sí, que de aquí un rato nos estaríamos mordiendo los labios o algo más, pero luego todo pasa y seguimos a años vista de atraernos. ¿Yo sintiéndome atraído por ti? ¡Dios mío, no debería beber tanto!

Regla número 4. Sentir nostalgia y echarte de menos. Esto es así porque tu vida no era fácil por aquellos tiempos y conmigo no te sentías ni víctima ni heroína. Sino una más. Porque quien cuenta historias tristes no es ni un valiente ni un pobre desgraciado. Solo es un simple humano. A lo mejor te echo de menos por eso, porque el drama dibujado en tu boca parecía un cómic. Y Malgorzata, lo confieso, llegué a aficionarme a todas tus viñetas.

Regla número 5. Ir al baño. Mear. Coger otra cerveza y empezar a odiarte un poco más. ¡Idiota, conformista de mierda, gilipollas integral! Ver alguna película y acordarme de ti. Leer un libro y querer fastidiarte su final. Maldecir tu voz que, chirriante, se me clava en los oídos. No creer en la amistad y no tener que darte explicaciones. No querer volver a verte. Dejar que mi pena sea quien te odie. ¡Idiota!

Regla número 6. Evitar convertir mi relato en un cunnilingus literario. Aunque, sinceramente, a veces he descolgado el teléfono y he marcado tu número. Pero antes de que sonara he vuelto a colgar de nuevo. Soy un chico que no necesita amigos y son en esas ocasiones cuando lo olvido por un breve instante.  Hablo y no hablo sobre ti, Malgorzata. Detesto mis días y me acuerdo de tus noches. No pienso llamarte, no voy a ponerme sentimental a estas alturas.

Regla número 7. Bajar la persiana y sucumbir ante la oscuridad. Última cerveza. De nuevo el licor amarillento salpicando el baño. Mirarme al espejo y sentir, si cabe, tu reflejo. Si me permites, un reflejo tan insoportable como necesario. Ducha fría de pensamientos lejanos. La realidad de tus palabras amargaba mis días junto a ti. Tan cerca estabas que te detestaba. Entonces, como un suspiro aterrador, te fuiste.

Conclusión: Malgorzata, tan insoportablemente lejos tampoco te quería.

lunes, 20 de mayo de 2013

DE MADRID HASTA MI TIERRA

https://www.facebook.com/LaTintaVino?fref=ts



Cuando la angustia desespera porque el camino es largo,
las noches frías y tu alma la siento allá a lo lejos,
en el interior, y yo aquí, a pie del Mediterráneo,
con la piel sudando lágrimas que el viento me reseca
y el gesto alicaído dibujando sombras en la arena.
Tras la muerte del oleaje concibo el miedo a lo desconocido,
Me siento preso de ti y aún así el sol brilla con fervor,
Es la espuma de las olas y el graznar de las gaviotas
que acontecen el respiro necesario a las fuertes nevadas
que, tristes, nos separan.
¿Desde cuándo sobrevuelas este que es mi mar?
No mueras, pájaro que desvistes tus alas en la madrugada
No te desvincules, no explotes la burbuja de agua
que  hemos creado desde Madrid hasta la playa
Tan grande, tan inmensa como esta angustia mía
que acaricia mis pies con la arena resbalante,
mientras las gaviotas van escondiendo el apacible sol,
y allá, a lo lejos,
ya se presagian  nubarrones.