jueves, 31 de mayo de 2018


MI VIAJE A MADRID

Cojo un ave destino a la capital cierto viernes de finales de mayo. A mi llegada no entiendo muy bien qué hago ahí. La psicóloga, que dice que viajar me va a sentar muy bien. Inmediatamente recuerdo que no hace mucho yo me acostaba con una pija madrileña. La llamo y le digo de quedar. Se sorprende de encontrarme y pasamos la noche emborrachándonos. Nos ponemos al día y acabamos haciéndolo en un garaje del centro. Luego me dice que me vaya, que va a venir su novio a recogerla.

_¿Tu novio? Joder, ¿y yo qué hago? ¡Ni siquiera sé dónde estoy y ya no sale ningún metro!

Entonces el bueno de su chico nos recoge a los dos y se dispone a dejarme en el hotel. Acabo de tirarme a su novia y ni siquiera quiere que le pague la gasolina. La culpa empieza a atormentarme.
En esas, el novio, cansado del bochornoso silencio, me pregunta inocente:

_ Y tú, Mario, ¿tienes novia?

¡Hostia! Y tanto que tengo, no había avisado a Elena de que me iba a Madrid. Regreso a Valencia dos días más tarde y me dice de quedar, al parecer tiene que hablar muy seriamente conmigo.

_ No sé quién eres, ni de dónde vienes, ni a dónde vas. Me gustabas hasta que fui capaz de conocerte. Eres un desastre como persona, un tipo que solo piensa en sí mismo. No quiero volver a verte más, ni que sepas tú de mí. No te aguanto, Mario, estoy cansada de apostar por alguien que no merece la pena.

A la noche siguiente lloro todo lo que tenía que llorar en las escaleras de un pub de mala muerte junto a mi amigo Cristian. Luego empiezo a pegarle cabezazos a las puertas de los baños. Entra un responsable de seguridad y me echa a patadas del garito. Intento como puedo llegar a casa y me miro ante el espejo.

No me veo reflejado. Ya no soy un superhéroe.

Soy consciente de que Elena ha tomado la mejor decisión de su vida.

Mario Miret (ocurrido en mayo de 2012)

lunes, 28 de mayo de 2018


LOS 20 RECUERDOS MÁS EXTRAVAGANTES DE MI INFANCIA
1. Me acuerdo de pensar que el cuerpo de mi abuela siempre había sido viejo y arrugado.
2. Me acuerdo de sentir asco al descubrir cómo habíamos nacido mi hermana y yo.
3. Me acuerdo de mirar bien la taza del váter antes de sentarme por si aparecía un caimán y me mordía el culo.
4. Me acuerdo de cagar en el baño del patio del colegio y que no hubiera papel para limpiarme.
5. Me acuerdo de robarle el maquillaje a mi hermana y pintarrajearme la cara.
6. Me acuerdo de mis compañeros de clase hablando muy bien de sus madres y pensar que todos tenían complejo de Edipo menos yo.
7. Me acuerdo de decirle a una chica que me gustaba, que me rechazara y luego decirle que se lo había dicho de broma.
8. Me acuerdo de fantasear con que la profesora dijera un día que, a partir de entonces, iríamos todos desnudos a clase.
9. Me acuerdo de querer actuar como una chica porque me parecía más sencillo ser mujer. Me acuerdo también de que me parecía más fácil ser cualquier hombre que yo mismo.
10. Me acuerdo de tener vergüenza en los vestuarios porque todos tenían pelos menos yo.
11. Me acuerdo de que en clase me llamaban “Maricón” porque escribía poesía. Me acuerdo también de que una chica quiso montárselo conmigo porque le excitaban los maricones.
12. Me acuerdo de estar nervioso por mi primera vez y buscar tutoriales en Internet.
13. Me acuerdo de que mi primera novia me confesó que estaba enamorada de mi mejor amigo. Le dije que lo entendía. Él era un tío estupendo. Por eso era mi mejor amigo.
14. Me acuerdo de hacer la siesta pensando en los pies de las chicas que había visto en la playa.
15. Me acuerdo de que me decían que gracias a la escritura iba a ligar un montón pero al teléfono nunca me llamaba nadie.
16. Me acuerdo de llorar durante días porque una chica no entendió el poema de amor que le compuse.
17. Me acuerdo de que las chicas me llamaban guarro por escribir relatos eróticos y los chicos no me hablaban porque decían que solo escribía mentiras.
18. Me acuerdo de estar enamorado y pensar que todo lo bueno y malo había merecido la pena.
Mario Miret (ocurrido entre 1995 y 2007)


jueves, 24 de mayo de 2018

LAS COSAS QUE HE PERDIDO

Lo primero que pierdo es la fe cristiana.

Un día descubro que no la necesito.

Mi abuela nunca me lo perdonó.

Lo segundo es la virginidad.

Eso sí que es un buen recuerdo.

He mejorado mucho desde entonces.

Pierdo a mi padre a los 17.

Los hombres en mi familia siempre mueren de cáncer.

Yo mato el tiempo escribiendo.

Nunca mejor dicho.

Lo siguiente que pierdo es la cabeza.

Ahora un episodio maníaco.

Ahora otro depresivo.

Los polos opuestos se divierten con mi mente.

Más tarde acabo perdiendo la vergüenza.

Comienzo a escribir poemas mientras mis trastornos se van acrecentando.

En la cama meto a mujeres que no tienen nombre.

Aprendo los cien sinónimos de la palabra cocaína.

En un bar conozco a un chico que ha nacido con una guitarra debajo del brazo.

Recitamos en lugares de mala muerte donde dejan fumar a la hora del cierre.

Cambio el psicólogo por los escenarios y nos sacamos un dinero.

A alguna gente le entusiasma lo que hago.

Otra dice que estoy perdiendo el tiempo.

Quizás todos tengan algo de razón.

Luego pierdo parte del corazón.

Entre poema y poema, me enamoro de una chica y encuentro la calma entre sus labios.

Y entre su pelo.

Y entre sus manos.

Cuando la historia termina, en mi pecho, más que una huella, hay un socavón.

La vida sigue siendo un vaivén incontrolable y mi estado de ánimo un reloj de arena.

Bajo la premisa de que la tristeza hay que transformarla, convierto el desamor en poesía y nos
lanzamos a la calle.

Hay luz al final del camino y los escenarios nos reciben con su mejor cara.

Me esperan más principios escondidos en finales previsibles en los que creo haberme estancado.

Empiezo a controlar a mis fantasmas y dejo de ahogarlos en copas de ron.

Encuentro nuevas sonrisas y mil formas de seguir adelante.

Dejo que todo fluya y me relajo en el placer de la soledad.

Me despierto una mañana pensando que siempre hay que seguir luchando.

Lo último que pierdo es el miedo.

Y, solo entonces, me doy cuenta de que lo he ganado todo.



Mario Miret (ocurrido desde 2006 a 2017)



_ Chico. Chico. Despierta, chico.

_ Buenos días, Laura. ¡Madre mía, esta resaca me va a matar!

_ ¡Dios santo! ¡Qué vergüenza! ¿Tú sí que te acuerdas de mi nombre?

_ Por lo que imagino tú del mío no, ¿no?

_ ¡Dímelo! ¡Dímelo! ¡Dímelo!

_ Mario, me llamo Mario. ¿Tanto bebiste ayer?

_ ¡Qué va! Solo que tengo mala memoria para los nombres.

_ No te preocupes, no eres la única que tiene mala memoria.

_ Pues bueno, Mario. Ha sido una noche genial, ¿no crees?

_ No sé, es la primera vez que una chica me dice de acostarme con ella y lo único que pretende es dormir conmigo.

_ Pues si creías que iba a haber sexo es porque no sabes el tipo de chica que soy.

_ ¿La típica que se acuesta con los chicos que le gustan?

_ Eso hicimos. Acostarnos.

_ ¡Dormir! ¡Lo que hicimos fue dormir!

_ ¿Y acaso has dormido mal, idiota?

_ No, sinceramente ha sido una noche magnífica.

_ ¿Entonces de qué te quejas?

_ ¡Yo no me quejo! En fin, Laura, ¿no tendrás novio, no?

_ ¿Estaría aquí contigo si lo tuviera?

_ Créeme, he conocido a muchas que sí lo estarían.

_ Pues no es mi caso, Mario. Imagino que tú tampoco tienes novia.

_ ¿Tanto se me nota?

_ A leguas. Eres el típico capullo mujeriego que no siente lo más mínimo por una chica, ¿no es así?

_ Es demasiado pronto para contestarte a eso.

_ Sí, y mientras no nos enamoremos no hay problema. Por cierto, ¿te importa si fumo?

_ Anoche te la pasaste entera fumando, Laura. Así que no, a estas alturas ya no me importa.

_ Lo sé, es un vicio que debería dejar.

_ ¡Dios mío! Lo siento. Aunque, ¿sabes qué dicen que cuando alguien te tira el humo encima es porque realmente le atraes?

_ ¡Pues como te atraiga un poco más vas a destrozarme los pulmones!

_ Que sí, que sí. Que ya paro.

_ Bueno, voy a tener que irme. No tengo llaves de mi piso y mi compañero Gastón suele salir a correr.

_ Anda, vete, Mario. No vaya a ser que te quedes sin entrar en tu propia casa. Mira, te acompaño hasta el metro.

En el metro se produce la despedida. Los escalones de la escalera mecánica marcan un beso lanzado al aire.

_ ¡Laura! ¡Se te ha olvidado darme tu número de teléfono!

_ ¡No se me ha olvidado! ¡No te lo he dado porque no he querido!

_ ¡Pero dijiste que nos volveríamos a ver!

_ ¡Tranquilo, Mario! ¡Eso dalo por hecho!

La tarde cae sobre las montañas del oeste. Ya en el piso, Gastón se encarga de abrir la puerta.

_ ¡Madre mía, Mario! ¿Se puede saber dónde te habías metido?

_ Pasé la noche con una tal Laura. Es probable que algún día te la presente.

_ Y qué, Mario ¿te has acostado con ella?

_ Sí, en cierto modo sí.

_ ¿Y es buena en la cama?

_ Es la mejor.




lunes, 21 de mayo de 2018


LA COCAÍNA Y YO

Llevo diez años viviendo con mi abuela. Hasta hoy, que se ha ido para siempre. Y aunque Elena se esfuerce en querer animarme, yo a quien llamo para alegrarme el alma es a María, una artista de la pintura que conocí el año pasado en un recital de Latintavino. A ella le cuento sobre mi abuela. Joder, le digo, no hay derecho. Pero con María solo hago que hablar y aunque me muera por perderme entre su cuerpo, decido que no tendría sentido traicionar a Elena solo porque todavía no haya podido retenerme como un alma entre sus brazos.

Por eso he empezado a consumir cocaína. Conozco a un tío llamado Cristian un sábado noche y me habla de la muerte. Me cuenta que ya ha enterrado a dos abuelos, una hermana y un padre. Saca de la cartera una bolsa blanca más pequeña que un meñique y coloca delicadamente el polvo que sale de ella en la repisa de un escalón. Con el carné de biblioteca forma dos rayas de nieve separadas solo por la suciedad del suelo.

_ En fin, – me dice – esto es lo único que nos queda. ¿Verdad?

Enrolla a presión un billete de cinco euros y colocando una punta del papel dinero sobre el polvo y en la otra su nariz, aspira con violencia hasta que la nieve desaparece de su origen y traspasa las hendiduras para colarse por completo en su cerebro.

_ Te toca – me dice.

Miro a Cristian. Me da su aprobación asintiendo con la cabeza. Coloco de nuevo el billete en posición y mientras el infierno se amontona en mi nariz noto que me desvanezco en un invierno que se envenena con mis miedos.

_ ¿Qué sientes, Mario? – me pregunta.

_ No sé. Ya hace tiempo que no siento nada.

Practico el mismo ritual todos los fines de semana y acabo por perder el control de todo lo que me importa. Escribo mucho, escribo casi tanto como me drogo y empiezo a ver a Elena tan poco que lo único que nos une son todos esos benditos polvos que pegamos. A María la sigo llamando cada vez que el mundo se derrumba.

La cocaína es una porquería.

Yo he probado polvos mejores.

Mario Miret (ocurrido en noviembre de 2009)

jueves, 17 de mayo de 2018



HE ESCRITO ESTO SOBRE LA CHICA QUE ME GUSTA


Me gusta que estés bien,
el verte amanecer
con tu aliento de tigresa,
la saliva reseca,
la comisura de tus labios,
pareces un acuario.

Me gusta tu melena
te hace estar más buena,
que veas las noticias,
que cantes en la ducha,
que bailes en la disco
canciones de Mecano,
que no te lo depiles,
que te de asco la derecha,
que critiques a la izquierda,
que seas gafapasta,
que parezcas lesbiana
los fines de semana.

Me gusta que estés bien,
el verte amanecer
con tu vestido de princesa,
el rímel corrido,
perfume de ginebra,
que te muevas en la cama,
me atraigas a tu cuerpo
y te la metas con ganas.

Que me presentes a tu madre,
que diga que soy raro,
que parezco Pablo Iglesias
con todo ese pelazo
y que si voto a Podemos
no me quiere en tu regazo.

Me gusta tu sonrisa,
también tu piel morena,
que leas a Márquez y Kundera,
que hagas topless en la playa
y estés igual de blanca,
te mires al espejo
y te veas muy delgada.
Que no creas en Dios
pero creas en ti misma,
que seas feminista,
activista
y defiendas el derecho
a vivir la vida
como te dé la gana.

Me gusta que estés bien,
el verte amanecer
con tu pijama de franela,zz
fumando un cigarrillo,
el café caliente
se derrama por la cama.

Me gusta que me quieras
porque yo también te quiero
que vayas de graciosa,
que te sientas divertida
al hablar de mi pequeño.

Me gusta que estés bien,
el verte amanecer,
tus pedetes de dormida,
y mientras acaricio tus mejillas,
decirte buenos días
y que eres la más guapa
hasta con mocos y legañas.


lunes, 14 de mayo de 2018


RESUMEN DE MI 2015

1. He viajado a Buenos Aires.

2. He tenido un accidente de tráfico.

3. Me he fracturado el hombro.

4. He sido infiel a mi novia

5. He vuelto a dormir solo

6. He bebido para olvidar

7. He llorado de pena.

8. He publicado un libro.

9. He perdido dinero.

10. He gritado a mi madre.

11. He visitado a un psiquiatra.

12. He tomado Prozac.

13. He alquilado un barco.

14. He navegado hasta Ibiza.

15. He consumido cocaína en dos ocasiones.

16. He practicado sexo con un hombre.

17. He repetido y no me ha gustado.

18. He escrito tres poemas de amor y cinco de tristeza.

19. He odiado a las mujeres.

20. He sentido lástima por los hombres.

21. He buscado en Google mil maneras de suicidarme y no morir en el intento.

22. He subido mi dosis de Prozac.

23. He recitado en los bares todos mis miedos.

24. He olvidado a mi ex novia.

25. He empezado un diario.

26. Me he matriculado en la Universidad de nuevo.

27. He conocido a una chica.

28. He tropezado con un sentimiento.

29. He perdido completamente la cabeza.

30. He intentado ser normal.

31. He pensado que prefiero estar loco.

32. He dejado de correr en círculos.

33. He vuelto a divisar el horizonte.

34. He vuelto a enamorarme.

35. He vuelto a vivir.

jueves, 10 de mayo de 2018

Mujeres en la madriguera

ME ENAMORO EN UN SUEÑO

La Madriguera es el nuevo pub de moda. Los borrachos saltan y se empujan. Salgo de entre el barullo y enciendo un cigarrillo. Lo apago. Nunca me acuerdo de que no fumo. Entonces alguien pone una cerveza en mi mano:

_¿Sara? No te veía desde el instituto.

_No sabía que ahora te movías por aquí, Mario.

_Ten amigos hasta en el infierno. Es lo que dicen.

Vuelvo a entrar en el pub. Se acerca a mí la rubia de la barra:

_Oye, tú te llamas Mario, ¿no es así?

_Lo sabrás si algún día nos casamos.

_No hay duda. Eres ese tipo raro que escribe cosas raras sobre la gente normal.

_No. Soy ese tipo normal que escribe cosas normales sobre la gente rara.

_Estás loco, ¿lo sabías? En fin, deja que te invite a otra cerveza. Por cierto, me llamo Paula.

He conocido a miles de Paulas a lo largo de mi vida.

Cojo un taxi. Conduce la doble de Hillary Swank.

_Oye, perdona ¿Te puedo llamar Hillary?

_Ni se te ocurra, Mario. Para ti soy la señorita Swank.

Vaya, sabe cómo me llamo.

_Señorita Swank. Estoy sin blanca, ¿no podrías fiarme?

_Tú no pagas, Mario. Solo tienes que besarme.

Y cuando bajo del coche se lo pregunto.

_Dime, señorita Swank. ¿Cómo es que sabes mi nombre? También lees mis relatos, ¿no es así?

_Llevas un cartel en la camiseta con tu nombre, chavalito.

Y no vuelvo a ver más a la señorita Swank.

Llego a casa. Me asomo al balcón. La calle está repleta de gente cantando. Salgo disparado hacia ellos. Empiezo a besarles. Mi amigo Gastón está entre la muchedumbre.

_Gastón, viejo amigo. Ven y bésame. Necesito uno de tus besos sagrados.

Amanece en la ciudad entre vómitos y peleas callejeras. Camino con Gastón por el Paseo Marítimo.

_¿Sabes Gastón? No hace mucho conocí a una chica. Alma recuerdo que se llamaba.

_¿Qué cuenta la buena de Alma, Mario?

_Su nombre: Alma. ¿Para qué quieres que cuente nada más?

_Bonito nombre. Es maravilloso. ¿La conociste en La Madriguera?

_No, Gastón, ella no va a esos sitios.

El sol ilumina la playa. Las peleas acaban en tablas. El olor a vómito es exquisito.

_Así que Alma, ¿no?

_Así es, amigo Gastón, así es.


Mario Miret (soñado en mayo 2018)