viernes, 20 de enero de 2012

Conversaciones con un muerto viviente (II)


El vuelo fugaz de los pajaricos


Puestos a sentirlo, realmente lo siento mucho. ¿Te das cuenta de cómo pasa el tiempo? No obstante, sigo escribiendo las mismas gilipolleces y tú no dejas de dormir. Si te digo la verdad me preocupa no saber dónde está mi límite. Te explico. A veces hago cosas por la gente, a veces. Quiero decir, para impresionarlos, para demostrarles que los siento únicos, que son únicos. Pero no es cierto del todo, me gusta jugar a retarme a mí mismo. Y quizás es el egoísmo propio el que me lleva a querer hacer sonreír a los personajes de mi vida.

Cuando el cazador dispara al árbol, todos los pájaros escampan. Vuelan perdiendo de vista esa rama en la que estaban apoyados. Y no vuelven a mirar atrás. Ni siquiera vuelan juntos. El temor a las balas les vuelve solitarios. Joder, me he convertido en un puto pajarico. 

Lo que te decía es que el tiempo pasa muy deprisa. El otro día me declaré a una chica. Sí, estoy enamorado. Bueno no, realmente no lo estoy, pero, ¿qué más da? ¿Sabes lo que pienso? Que no hay que plantearse esas cosas, simplemente actuar cuando uno tiene algo dentro. Y ese algo que yo tengo dentro se llama nostalgia.

Estoy harto de tener que tomar estúpidas decisiones. Además, los jóvenes tendemos a radicalizarlo todo. No tenemos término medio. Somos como esa manada de pajaricos apoyados en la rama más alta de ese árbol. Se encuentran tan juntitos declarando sus amistades para siempre, que ninguno imagina que en el momento en el que el cazador dispare, van a volar sin sentido enloquecidos por el disparo. Revolotearán sus alas en todas direcciones y cuando crean que el peligro ya no acecha, serán conscientes de su propia soledad.

A veces piensas en una persona y recuerdas que fue tu mejor amiga. Actualmente no os habláis, os habéis ido distanciando hasta el punto en que ya no podéis ni respirar el mismo aire. ¿Realmente quieres saber lo que pasó? Que nos dispararon, Celeste. Que aquella maldita bala nos separó estrepitosamente. Y te diré más, ¿quieres saber quién disparó contra nosotros? Fui yo mismo. Yo fui el cazador. Llevé mi bipolaridad hasta los dos extremos y me convertí en un "pajarico cazador". Sí, ya sé lo que pensarás de mí Celeste, pero soy uno de esos estúpidos jóvenes radicales.

Jo, cómo pasa el tiempo. Nadie puede luchar contra él, pero ya sabes mi debilidad por los retos, ¿no? Va, da igual. No creo en esa gente que piensa que se puede empezar de cero. El pasado siempre te acompaña, siempre te atormenta. Y te condiciona porque te domina. Aunque hay pasados con los que harías el amor durante toda la eternidad. Buf... la eternidad, la madre de todos los tiempos.

Será  mejor que me vaya despidiendo. No Celeste, esta historia no tiene moraleja. Es simplemente la fábula triste de un pajarico cazador. Aunque bueno, si me apuras te diré que la próxima vez que alguien dispare contra el árbol, volaremos en círculos hasta que el cazador desaparezca, y entonces nos volveremos a asentar en la misma rama de ese árbol demostrando que no hay bala que pueda con nosotros. Y así Celeste, habremos vencido al tiempo. 

Consigue que el sueño se apodere de ti Celeste, y echa a volar la imaginación.

4 comentarios:

  1. Me encanta! :D Gracias por hacer que piense en otras cosas en época de examenes! xD
    Un saludo!

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  2. Yo ya ves que durante exámenes he tenido la cabeza llena de pájaros. Espero que a ti te hayan ido mejor ;)

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