viernes, 24 de mayo de 2013

CÓMO HABLAR SOBRE TI SIN QUE PAREZCA QUE ESTOY HABLANDO SOBRE TI

https://www.facebook.com/LaTintaVino?fref=ts


Regla número 1. Ir a la nevera, coger una cerveza, salir a la terraza, abrir la libreta de bocetos y pensar. Primero tengo que cambiarte el nombre. Veamos. Dices que no quieres llamarte Paula, ni Laura, ni cualquiera que haya pasado ya por alguna de mis historias. Está bien, tú eres la excepción. Te bautizaré como Malgorzata.

Regla número 2. Pensar en los recuerdos que comparto contigo. Alguna noche de borrachera, cierta discusión sin fundamento, confidencias en un bar. Joder, son una puta mierda de recuerdos. ¡Si al menos nos hubiéramos acostado! Pero tampoco. Al menos una noche soñé que nos enzarzábamos en una batalla a vida o muerte y los dos acabábamos desangrados. Lo siento, no he encontrado mejor recuerdo en esta ebria mente perturbada.

Regla número 3. Romper el hielo con alguna anécdota graciosa. Bueno, tú siempre has tenido sentido del humor, aunque desde el principio fuiste pésima contando chistes. Está bien, yo me habré tomado mis cervezas  y a lo mejor pensaba que sí, que de aquí un rato nos estaríamos mordiendo los labios o algo más, pero luego todo pasa y seguimos a años vista de atraernos. ¿Yo sintiéndome atraído por ti? ¡Dios mío, no debería beber tanto!

Regla número 4. Sentir nostalgia y echarte de menos. Esto es así porque tu vida no era fácil por aquellos tiempos y conmigo no te sentías ni víctima ni heroína. Sino una más. Porque quien cuenta historias tristes no es ni un valiente ni un pobre desgraciado. Solo es un simple humano. A lo mejor te echo de menos por eso, porque el drama dibujado en tu boca parecía un cómic. Y Malgorzata, lo confieso, llegué a aficionarme a todas tus viñetas.

Regla número 5. Ir al baño. Mear. Coger otra cerveza y empezar a odiarte un poco más. ¡Idiota, conformista de mierda, gilipollas integral! Ver alguna película y acordarme de ti. Leer un libro y querer fastidiarte su final. Maldecir tu voz que, chirriante, se me clava en los oídos. No creer en la amistad y no tener que darte explicaciones. No querer volver a verte. Dejar que mi pena sea quien te odie. ¡Idiota!

Regla número 6. Evitar convertir mi relato en un cunnilingus literario. Aunque, sinceramente, a veces he descolgado el teléfono y he marcado tu número. Pero antes de que sonara he vuelto a colgar de nuevo. Soy un chico que no necesita amigos y son en esas ocasiones cuando lo olvido por un breve instante.  Hablo y no hablo sobre ti, Malgorzata. Detesto mis días y me acuerdo de tus noches. No pienso llamarte, no voy a ponerme sentimental a estas alturas.

Regla número 7. Bajar la persiana y sucumbir ante la oscuridad. Última cerveza. De nuevo el licor amarillento salpicando el baño. Mirarme al espejo y sentir, si cabe, tu reflejo. Si me permites, un reflejo tan insoportable como necesario. Ducha fría de pensamientos lejanos. La realidad de tus palabras amargaba mis días junto a ti. Tan cerca estabas que te detestaba. Entonces, como un suspiro aterrador, te fuiste.

Conclusión: Malgorzata, tan insoportablemente lejos tampoco te quería.

No hay comentarios:

Publicar un comentario