jueves, 23 de febrero de 2012

Microrrelatos para Micropersonas (IX)


 El silencio


Ninguno de los dos era sincero, pero lo ocultamos y ambos aceptábamos, de antemano, la situación. Aunque la mayoría de las veces callábamos. Nos bastaba con mirarnos y querernos con misterio. Para nada nos importaban los silencios. Estábamos juntos y era suficiente. Cuando ella se fue todavía lo vi más claro: aquellos momentos sin palabras, aquellas miradas sin ideas, sin esperar grandes cosas de la vida;  las que eran sencillamente la felicidad. Yo buscaba en mi cabeza temas de conversación que pudieran interesarle, pero me sucedía lo mismo que ante un papel en blanco: no se me ocurría nada. A mayor empeño, era mayor mi ofuscación. Se lo expliqué una mañana que, como de costumbre, paseábamos cogidos de la mano. "¿Qué vamos a decirnos? Me siento feliz así", respondió ella.

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