martes, 21 de septiembre de 2010

Rutinas ascendentes.

LA AMISTAD.


- Hola y bienvenido de nuevo aquí. ¿Qué tal ha pasado estos días?

- Buenas tardes, un honor estar de nuevo a su lado. Han pasado dos semanas y la única conclusión a la que he llegado es que al parpadear la vida sigue estando viva.

- ¿Quiere decir que han sido dos semanas intrascendentes?

- Yo no lo definiría así, todo tiene sus consecuencias y por tanto adquiere cierta importancia.

- ¿Y qué importancia le da usted a la amistad?

- Una persona es quien es gracias a sus amigos, así que fíjese usted qué importancia debe tener.

- ¿Son entonces los amigos los mejores consejeros?

- No precisamente. Los amigos trabajan para que la vida que uno quiera emprender tenga un camino más fácil.

- ¿Y cree usted que sus amigos están haciendo un buen trabajo?

- Cuando yo no sabía ir en bicicleta, mi padre aguantaba el sillín por detrás para que yo pedaleara sin caerme. Al cabo de unos metros me soltaba para que fuera solo. A veces me caía, otras no. Hasta que llegó el día en que nunca más me caí.

- ¿Qué me está queriendo decir?

- La amistad existe cuando menos se necesita. El día que ya no necesité a mi padre para que me enseñara a ir en bicicleta fue cuando más me di cuenta de lo que él había conseguido. Mis amigos igual. Sí, hacen un gran trabajo.

- ¿Qué considera más importante entonces, el amor o la amistad?

- El uno es la complementación perfecta del otro. En el corazón de cada persona está el decidir cuál es cuál.

- ¿Le gustaría tener infinidad de amigos?

- La amistad mejor que sea minoría absoluta.

- ¿Odia usted a alguien?

- El odio es el amor desenfrenado. Aún no he llegado a ese extremo.

- Un gusto escucharle hablar. Espero verle pronto.

- El gusto es mío. Gracias y buenas noches.

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