A LA MEMORIA DE MI MADRE
Si
vienes y me preguntas te contestaré que no.
Que
no sé lo que es el amor, ni la amistad,
ni
tengo constancia de qué es el término familia.
Si
muestro pasividad ante estos temas no me trates como a un monstruo,
no
trates de correr, no te alejes de mí.
Vendrás
y me darás un beso, de eso estoy seguro, tratarás de comprenderme y
me
albergarás entre tu pecho.
Me
pondré triste, solo durante unos segundos,
luego
cantarás una canción que resonará en mis oídos y
me
quedaré dormido,
como
el niño que fui, como el niño que todavía soy.
Y
empezaré a imaginarte en sueños preguntándome:
¿Hacia
dónde se viaja cuando no se va a ninguna parte?
¿Hacia
dónde zarpa la nave de la invisibilidad cuando trato de encontrarte?
¿A
dónde van a morir las olas si ya no eres tú quien las mira?
¿Hacia
dónde se fugó la risa que consiguió enamorarme?
Hacia
la noche oscura, hacia el más íntimo silencio,
hacia
la eterna inmortalidad de tus bromas y andares,
hacia
el sollozo de un padre que a escondidas te habla entre señales.
Dime,
¿hacia dónde hay que guiarse en tu viaje?
Con
un cuaderno de notas y una mochila al hombro
me
va a tocar librarme de tu olvido
y
volver a recordarte bajo puntos fatídicos.
En
la bitácora, las frases para labrarme un buen camino,
dentro
de mi bolsa las instrucciones para continuar vivo.
¿Hacia
dónde vuelan las gaviotas si ya no eres tú quien las cuida?
¿Dónde
aparecerás la noche que vengas de visita?
¿Hacia
dónde navegan los veleros si ya no eres tú quien los pinta?
¿Hacia
dónde echaron a correr las fuerzas con las que aguantaste?
¿Hacia
dónde los ríos y ciudades?
¿Los
árboles, los animales?
¿Dónde
ha quedado el otoño ahora que ni siquiera existe un Dios
en
quien creer por encima de todo?
Dime
dónde conseguir los credenciales para aprender a vivir de nuevo
para
no sentirme mal cuando todo va bien,
cuando
empiezo a reír hasta el punto de llorar sin motivo alguno.
Noto
el polvo en el aire, también el fino manto de la prosa
absorbiendo
a los que por ti lloran desconsolados,
abrazándose
los unos a los otros,
hechos
ceniza por culpa de la pena.
Dime
por dónde vuelan ahora las gaviotas
dónde
cantan los gallos al amanecer.
Dime,
dime ahora donde habita el olvido
para
disparar contra las ventanas de la desesperación
y
fraguar un plan maquiavélico para volar hasta las nubes
resquebrajándome
el alma y rescatar el último recuerdo
de
un segundo en tu memoria.
Si
vienes y me preguntas te contestaré que no.
Que
no sé que es el amor, ni la amistad,
ni
tengo constancia de qué es el término familia.
Si
te sigue interesando te diré que vendí mi alma al diablo
por
un par de relatos malos, que nunca lloré
porque
no sé en qué parte de mi cuerpo escondo el dolor.
Me
acercaré y te daré un beso, me engancharé a tus brazos
y
seré yo quien meza
tu cabeza sobre mi pecho.
Tus
ojos serán presos del sueño eterno
y
la marcha fúnebre será tu canción de despedida.
Seré
tan insignificante como una mota de polvo
y
me agarraré fuerte a ti, como el hijo que soy,
como
el hijo que siempre fui.
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