domingo, 10 de abril de 2011

EL ESPEJO AJENO 3

 Su balcón de madrugada

 "Con la piel de hielo y el corazón de fuego, buscando no solo calentar, sino llegar a quemar su cuerpo"


Caminaba entre la oscuridad a paso lento, haciendo el mínimo ruido posible. La noche agudizó su parpadear continuo hasta el balcón. Sonó en su reloj la madrugada por tercera vez, y de repente sus lágrimas se convirtieron en maremotos al impactar contra sus pies.

La simple brevedad, la única cuestión que importa, nunca jamás tendrán ese momento. Momento del que la noche fue testigo, una noche circulada por los pensamientos de la gente que soñaba, unos sueños que eternos duraron un segundo.

Aunque fue un gesto de dos, lo hizo solo, pasando su dedo pulgar por el rostro imaginario de ella, hasta morir en sus labios. Se acelera el corazón, la ciudad tiembla, y de repente sus latidos se convirtieron en terremotos al impactar contra su pecho.

Se refugiaba tras un whisky con hielo buscando la más inmediata soledad, donde ni el aire hablara de él. Desde allí pudo contemplar el universo. El mar estaba intranquilo, como quien se ahoga en su propio miedo y no sabe nadar; y las olas revestían el pasado olvidado por los que en algún momento pudieron  olvidar. Viviendo al lado del mar viajó a través del tiempo.

Y a pesar de su recuerdo, lo impredecible le resultó, como no, tristeliz. Una suave perversión recorrió todo su cuerpo hasta apoderarse de sus ojos. Y quedó ciego. Como él siempre había deseado, que siempre fuera de noche para que nunca nada fuera tan imprescindible como reírse de la vida en su balcón de madrugada.

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