sábado, 5 de febrero de 2011

RUTINAS ASCENDENTES

 La muerte


"Que nadie sepa dónde voy para que nadie perciba dónde estoy"





-          Me alegra su visita, pase pase.

-           ¿De verdad puede verme?

-           Claro, ¿por qué no tendría que poder verlo?

-          Juraría que estaba muerto. Quiero decir, estoy seguro de que estoy muerto.

-          ¿Muerto? No, hombre, no, ¿qué le hace pensar así?

-          Paseaba tranquilo por la calle y han tropezado conmigo tres personas, ni siquiera se  han disculpado, han seguido su camino como si nada. Es como si no me hubieran visto. Como si nadie me pudiera ver.

-           Pues yo le hago salir de dudas, tranquilo que usted estará loco, pero muerto le aseguro que no.

-          Lo que nos mata es la indiferencia, y la muerte es la cura a lo indiferente. ¿es triste verdad?

-          Lo triste es morirse y ya le he dicho que no lo está.  La muerte está setenta y pico pisos más arriba. No tenga usted tanta prisa. ¿No prefiere este piso diecinueve?

-           Yo no tengo prisa, si la tuviera iría tropezando con la gente por las aceras como si de muertos se tratara. El caso es que son ellos los que tropiezan conmigo.

-           ¿Le preocupa ser indiferente?

-          ¿Acaso alguien lo es totalmente? Cualquier humano acarrea consecuencias planetarias antes de desaparecer. Nuestro paso por la vida es importante, pero quizás el paso por la muerte lo es más.

-           Los vivos no deberían hablar de muerte, creia que usted pensaba de esa manera.

-          Y lo sigo pensando. No hablo de morir, hablo de morirse. No me refiero a estar muerto, me refiero al simple hecho de matarse.

-          ¿Estamos todos envenenados?

-          Estamos condenados a ello ¿Y qué me dice de la amistad, del amor, del “él” o del “ella” que transportamos en la mente, de la verdad, de la justicia, de la razón…? Ellos sí que son indiferentes.  Lo único que es cierto en todo esto es que si el antídoto es la humanidad, la muerte está al caer.

-          Pero nadie se quiere morir.

-          Pero es que lo triste no es morirse, es no saber que se está muerto.

-          Ahora resulta que los locos están más vivos que los que no lo son. 

-          Son ellos, le aseguro que los locos son ellos.

-          Cuídese, hasta pronto.

-          A mandar, buenas noches.

1 comentario:

  1. Me gusta mucho esto, Mario. Llevo un rato con el blog, no sabía yo que escribías así de bien :3 !

    Este en concreto me ha encantado porque me recuerda un montón a una historia que leí en un libro de Juan José Plans que se llama El Cadáver, el cual si no has leído ya estás tardando en hacerlo!

    Un beso ^.^, sigo con el blog~

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