domingo, 13 de febrero de 2011

EL ESPEJO AJENO 2

El abrazo al infinito 
 "Desde el afecto hasta el infinito y más allá"

Y le dijo que pasara, que no tuviera miedo, que a su lado podría ponerse cómoda, que él acariciaría su mano y le dejaría un pañuelo para secar unas lágrimas que de gigantes creyeron tener un relato para ellas mismas. Pero no se quedó, ella subió al coche y aceleró hasta desaparecer en el infinito más lejano. 

¿Que qué hizo él? Correr detrás de aquel coche como si se pudiera alcanzar ese infinito tan inflamable que él llegó a sentir el fuego de sus labios en los de ella . Pero ahora el fuego estaba helado, y sus labios apagados. 

Se la imaginó llorando en su viaje al más allá, maldiciendo no haber aceptado el pañuelo que le ofreció, con la mirada perdida, los sueños rotos y la cartera vacía. Él siguió corriendo tan deprisa que temió tropezar con el aire, y al final fue el aire el que acabó por tropezar con él. Pero  estoy seguro, de que si aquella fue la despedida, no hubiera  imaginado en su vida un adiós mejor.

 ¿Pero por qué se fue?¿Hasta dónde pudo llegar aquel coche?  Si hasta le dijo que si se podían abrazar, que lo sentía, ¿qué sentiría? Él  no la quiso abrazar, y lloró, usando un pañuelo que instantes después quisó compartir con ella. Porque ella lloró, como si los abrazos fueran importantes. No lo comprendió, los importantes eran ellos.  

Acechando las sombras de los árboles, gritando salvajemente, arremetiendo contra obstáculos impertinentes, desbordando la paciencia en su cabeza, corriendo como las segundas oportunidades, esquivando las miradas de los fantasmas de la oscuridad, desconfiando de las ayudas casuales. Rápido, como cuando vuela el viento, detrás del infinito, allí se encontraba él, sin saber muy bien dónde encontrarse.

Empezó a reirse de lo absurdo. Nadie puede abrazar al infinito, y allí estaba él, rechazando abrazos como quien rechaza ser el rey del mundo. Luego ella subió al coche y besó a otro. Entonces entendió lo que ella sentía, y el coche despegó hasta el más allá. Por eso corrió, porque las segundas oportunidades hay que buscarlas, porque no importan las miradas, ni quien se interponga en el camino. Por eso corrió, por querer abrazar al infinito.

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