lunes, 24 de octubre de 2011

REFLEXIONES SOBRE UN DÍA DE MIERDA III


LOS LUNES AL ROL


Yo debo de ser un tanto raro. No solo porque en mi cama entran más hombres que mujeres, sino porque me encantan los lunes. Es lo que hay, yo soy así.

Se trata de un día en el que veo a la gente cómo ha sobrevivido a un fin de semana que ha sido el último para muchos, pero ellos siguen ahí, con las mismas manías de no usar camisetas amarillas y los mismos vicios de correr para evitar que el semáforo se ponga en rojo y no llegar tarde a la labor.

Los lunes no tienen nada de malo. Además, en clase a mi derecha, se sienta la morenaza de cuerpo de cristal a la que no me canso de decirle de quedar y siempre voltea su melena como queriendo darme a entender que, aparte de no estar a su altura, nunca podré saborear su perfume tan de cerca como en ese momento. Ella no sabe que a mí me gustan tanto los lunes porque es el día en que más fea está, y eso me hace sentir mejor.

En pleno otoño yo suelo pasear, todavía, a la fresca por las avenidas de esta inmensa ciudad. Me fascina celebrar que la vida me da la oportunidad de cagarme una vez más en este puñetero lunes que solo trae nubes y vientos del oeste. Es curioso, las hojas de los árboles ya van aterrizando contra el suelo cuando no hace tanto era yo el que, en pleno verano, aterrizaba y caía de morros en las noches estivales.

Por ponerle algún “pero” a este maravilloso día donde la productividad de los trabajadores vuelve a brillar por su escasez: “No, si es que los lunes es más difícil rendir en la faena” (malditos fantasmas, ya vuelven con sus excusas mal pagadas), es que los lunes la alopecia en mi cabeza parece no tener fin. Nunca lo entenderé, esto parece el mundo al revés, cada vez menos pelo arriba y más pelo abajo. Ahora caigo, cuando me decían que les diera un abrazo de oso se estaban metiendo conmigo.

Es lo que tiene los lunes: me enamoro, no rindo en clase y me quedo más calvo. Debe de ser porque yo sí que utilizo camisetas amarillas. Lo mejor es coger la cama cuanto antes y darle las buenas noches a este hermoso día, con la sorpresa de no saber quién será  quien se enrede entre mis sábanas esta noche.

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