miércoles, 17 de agosto de 2011

RUTINAS ASCENDENTES 2.0


La nueva bienvenida

" Voy a comértelo todo"
Olía a vida aquel perfume con el que me sedujo


- Disculpe, ¿se puede saber quién es usted? Y dígame por favor dónde puedo encontrar al hombre que antes se sentaba ahí.

- Discúlpeme usted a mí, pero este es mi hogar. ¿Y de qué hombre me está hablando?

- Ahí había un hombre que se sentaba y yo le hablaba de mí y de la vida. Solo hace un mes que he desaparecido, ¿qué ha hecho usted con él?

- ¿Qué dice? Aquí nunca ha habido ningún hombre. Solo estoy yo, Elena Nieto Escribano. ¿Cuál es su nombre?

- ¿Mi nombre? Nunca me lo había planteado. La cuestión es que necesito hablar con el hombre, es imposible que no sepa quién es, esa era su silla.

- Veré si le puedo ayudar. Dígame al menos como se llamaba el señor del que me habla.

- No… no lo sé, no lo recuerdo.

- ¿No sabe cómo se llamaba? Entonces descríbamelo mejor. ¿De qué color esa su pelo, su nariz, sus ojos…?

- ¿Qué? ¿Qué clase de preguntas son esas? No lo sé, ya se lo he dicho, no consigo recordarlo… ¡Espere! Sí, sí, ya lo tengo. Sus ojos eran negros. Pondría la mano en el fuego a que eran negros.

- Eso no es un dato significativo. Mucha gente tiene los ojos negros, hasta usted sin ir más lejos. Así es imposible que le pueda ayudar. Por cierto, ¿qué está haciendo? ¿Por qué me huele?

- Perdone, pero huele muy bien. Juraría que a alguien conocí que también olía así.

- Y no me diga, ¿no puede recordar quién no?

- No, tampoco lo recuerdo.

- Mire, hagamos una cosa. ¡Pero primero aparte su nariz de mi cuello de una maldita vez!

- Disculpe, disculpe, ya está. No sé lo que me ha pasado.

- Está bien. Como decía, voy a ayudarle a encontrar a ese señor, o a encontrarse a usted mismo. Porque aquí estamos todos muy perdidos, por lo que veo.

- Gracias señorita Nieto. Ha sido usted muy amable.

- Llámeme Elena, y por favor, dejemos de hablarnos de “usted”. Debemos tener la misma edad.

- Tú tendrías la misma edad aunque la experiencia intentara decirte lo contrario.

- Mejor que te vayas ya.

- Hasta pronto Elena.

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