Tu piel. Tu nombre. Tu calor
Es nuestra historia y nadie nos
la podrá quitar. Hemos vivido todos esos momentos con una intensidad inaudita,
creyendo que los superhéroes existían porque nos teníamos el uno al otro.
Cualquier mañana sobreviviendo a lo vivido la noche anterior, emitiendo sonidos
sordos dentro de nuestra conciencia, vibrando ante las caricias, gozando en
cada instante en que mi lengua se introducía en tu piel.
Tu piel, la vida de un cordero y
la inocencia de un bebé. Tres hechos tópicos de una vida sonriente. Y ahora ya nos
ves, no somos dueños de nuestro destino y nadie se acuerda de la amistad cuando
se han roto tantos platos. Ahora la culpa me corrompe y créeme si te digo que
en las noches, la soledad susurra las iniciales de tu nombre.
Tu nombre, la alegría de un
enfermo y el primer amor. Tres hechos tópicos de una vida esperanzadora. Y el
hecho de que pienses que en mi cabeza todo es temporal, que no exista el
infinito y seas pura mercancía de una embriagadora madrugada más. Pero somos
carne de cañón, y la distancia reseca mis labios, no por el frío, sino por no sentir
calor.
Tu calor, fuegos artificiales y la
“tristelicidad” ardiente. Tres hechos tópicos de una vida junto a ti. Olisquear
tu piel pronunciando tu nombre mientras me muero de calor. El único aroma del
que me quiero embriagar cada madrugada, y ser yo quien susurre tus iniciales
preso de la pasión. Porque mi locura, vieja amiga, empieza en el momento en que
dejo de pensar con esa maldita cabeza que tengo, para pensar en tu piel, tu nombre, tu calor.
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