domingo, 20 de marzo de 2011

TERAPIA SEXTA

Los ojos de la discordia



No fue para tanto. Más bien fue para tontos. Para ilusos desesperados y adictos al ambiente y el hedor de la lluvia tormentosa de los días sin canciones.  Juraría que no había sentido común, ni mucho menos el propio sentido personal. Hablo de la insensatez, de la mediocridad, del egoísmo odioso encargado de hacer unos ojos llorar. Hablo de lágrimas, de pantanos desbordados, de un tsunami amenazando la mente de esos ojos. Los ojos de una vida.

No se podía explicar, incluso era divertido no tener palabras para describirlo. Entre el barullo de la gente se escuchaban melodías que alteraban, cánticos desconcertantes que alborotaban mis terapias. Luces de neón a la vista de los ingenuos, de payasos desgarbados de los que la muchedumbre se reía.  Pero no estábamos allí, dudo de si alguna vez lo estuvimos, dudo de si estuvimos, tú y yo, en algún momento, en no sé qué lugar, ni siquiera si aquel tiempo fue real.

Desde un lejano lugar, y abrazando el infinito, nunca nos importó ser tan idiotas. Entre la multitud hacía frio y olía a muerto. Pero nosotros estábamos más vivos que nunca, sin mostrarle la importancia que merecían aquellos ojos, los que olvidé recordar en los instantes en los  que tú y yo nos devoramos, cuando nos comimos la razón, la honestidad y la nobleza, la lógica de una mirada que quedó atrás, esperando el grito a la pasión para el mejor día de su vida.

Fue aquí uno el que se dejó llevar, como un coche a la velocidad de unos frenos que no están. Pero nosotros sí que estuvimos, en cierto momento y ya recuerdo en qué lugar. En un tiempo insólito, vacilando lo corriente, perdiendo la normalidad en cada paso, repercutiendo tristemente en unos ojos que olvidé alimentar, de los que soy testigo que nunca habrá pupilas como aquéllas.  Perdiendo la inocencia en cada lágrima que caerá, unos ojos que esperarían entreabiertos en algún hogar.  

lunes, 14 de marzo de 2011

RUTINAS ASCENDENTES

 El reflejo

 El espejo del alma, el alma en el espejo

- Fíjese usted que ya creía yo que no necesitaba más rutinas.

- Quizás las necesite más que nunca.

- Venga, desahóguese.

- ¿Qué quiere que le diga? No merece la pena ni abrir el pico, quiero decir, si le cuento lo que me pasa estaré siendo yo de nuevo.

- Usted siempre es usted.

- No me entiende, yo no quiero ser yo, he llegado al punto de no encontrarme en el espejo, de no reflejarse mi sombra al andar, de no ser nadie, o de ser uno más. Debo de haberme perdido.

- Dígame en qué piensa.

- No pienso, porque me muero.

- ¿Y por quién se muere? 

 - Me muero por la piel, por el alma, por los suspiros, por la eternidad. Allí abajo no paran de reprocharme que los locos no tienen sentimientos, que no saben amar. Y yo  estoy cansado de explicarlo, que no estoy loco, solo perdido.

- En cambio yo pienso que los locos son los que más sienten. ¿De dónde sale la melancolía sino? De la misma locura amigo, téngalo en cuenta. 

- Ya no hay terapias que sirvan, se acabó la magia que exploté de los recuerdos que guarda mi olfato de un perfume que ahora huele a lejanía.

 - Así que los pájaros de los que habla en sus antecedentes son los que están en la cabeza de usted, ¿no es así? Como lechuzas perfumadas sobrevolando la musa de sus terapias. 

- Pues la musa se exprimió, como se exprime la cordura en mi mente.  Por eso no pienso, porque me exprimo. Porque me exprimo…

- Esto no es más que un espejo, su propio reflejo. Mientras los demás solo se ven en el cristal, usted es capaz de hablar con su retrato, de mantener conversaciones con su otro yo. Es usted el hombre más afortunado de la Tierra. Loco y afortunado, ¿para qué quiere más?

- Quiero ese perfume, y le juro que no dejaré de visitarle hasta que no lo encuentre, sea cual sea el olor que estoy buscando. Me quedo con el consuelo de que después de estas rutinas creo estar más cerca de la esencia de mi vida, del aroma del amor.

- Y yo que creía que locos cursis no existían.

- No se ría de mí.

- Los reflejos no ríen cuando les viene en gana.

- Buenas noches y gracias por todo.

- A usted por su visita. Cuídese amigo.

miércoles, 9 de marzo de 2011

NOSTÁLGICOS ANTECEDENTES

El grito a la pasión
 "Lo consentido es lo permitido"



Dejémonos de tonterías absurdas, planes maquiavélicos para acabar con la esencia del mundo y no nos aventuremos a destruir lugares escondidos en azoteas perforadas por la muchedumbre que habita y deshabita entrañas como si de burdeles gratuitos se tratase.

Y pájaros volando en direcciones perpendiculares, acometiendo el sentido común y la esencia de la lógica que demostramos matándonos con armas fabricadas por las manos y los dedos revoltosos en amaneceres que se escapan de tales muertes programadas.

Como gritos afónicos a escasos centímetros de una piel, y unos ojos que te miran sin mirar, húmedos por la mezcla de la saliva de un chillido y tímidas lágrimas que se forman en ese azul tan profundo que incita a dejar volar la imaginación de reprimidos depravados inhumanos. Muerte a todos ellos.

Escapan las tonterías, los pájaros y los gritos, te escapas tú, me escapo yo, nos escapamos. ¿Dónde estamos? En una vida efímera, ¿eso existe?, tú existes, yo existo.  Existimos. Velocidad, la pausa es amargada, no nos amarguemos, sonríes, pero te destrozaron la sonrisa. Como el que corre, o el que se corre, como los saltos verticales de suicidas ventanales, pasajeros temerosos de ajenas felicidades inauditas que deshicieron instantes antes de brincar a un vacío que tiende a  acabar en fin.

Yo quiero oler a la pasión, al sudor de nuestros rostros universales. Alientos abrumadores gracias a los cuales se humedecen los desiertos,  como el rastreo de  la aridez corporal, transformándola en puro esoterismo poético. Y ese será ese el único momento en el que permita las tonterías, los pájaros totalmente sorprendidos, y los gritos. Pero otro tipo de gritos. Los puedes llamar gritos, pero siempre serán nuestros gemidos.