lunes, 30 de abril de 2018

MI ÚLTIMA ACTUACIÓN


Yo nunca quise irme.

Ángel, María y yo bebemos. Dos horas antes los he reunido en el Rocafull para darles la mala noticia. Esto se acaba, chicos. ¿Que por qué? La vida sigue, supongo. Solo sé que es el final. No hay que darle más vueltas. La cara de Ángel es un poema, aunque yo los he escrito mejores. María sonríe, pega un trajo. ¿Y ahora qué? Pues ya no somos un grupo, ahora solo somos amigos. Compañeros, compañeros me gusta más que amigos.

_ Tú siempre mostrándote tan distante, Mario – comenta Ángel.

María dibuja en una servilleta. Tomad, nos dice, esto es lo último que ilustro para vosotros. Y se ve una guitarra abrazando a un pincel dentro de un libro abierto. Todavía guardo esa servilleta. Me recuerda que a veces el tiempo se mantiene constante, como si nada hubiera cambiado.

_ En fin, imagino que haremos una actuación de despedida – dice Ángel con resignación.

Levanto mi cerveza.

_ Nos lo debemos – y brindamos.

Y en ese brindis hay implícito el sabor amargo del adiós. Todo acaba. Ángel se centrará en su trabajo, coincidiremos por casualidad y yo le reprocharé que nunca tuviese las suficientes agallas. Él me entenderá. Sabrá que tengo razón. María volverá a pintar en su pueblo, seguirá con su novio y yo me preguntaré por qué nunca volvió a pasar nada entre nosotros. Yo no lo entenderé. Ella, seguramente, sí.

_ Yo nunca quise irme – digo a modo de juego. Y los tres bebemos. - Pero sé que debemos irnos.

María coge el tren y se marcha. Adiós. Buen viaje. Escríbeme de vez en cuando. Ángel se sube al coche y hace lo mismo. No corras. Buena suerte. Algún café nos tomaremos.

Yo cambio de bar y voy a La Salamandra. Me bebo una más.

_ ¿Cómo te ha ido? - me preguntan los clientes borrachos.

_ Me he quitado un peso de encima – les contesto.

_ ¿Y ahora qué?

_ Ahora la vida.

Suena música country. Los borrachos levantan la cabeza y se ponen a bailar. El mundo agoniza ahí fuera, pero hoy no debemos preocuparnos.

Luego entro en casa tropezando con el aire. Me acuesto. Entro en el Instagram y veo una foto de la chica que me gusta.


Me pongo a sonreír hasta que me quedo dormido.





lunes, 23 de abril de 2018

MI NOVIA ME DEJA

MI NOVIA ME DEJA

Elena pega un portazo y se marcha. Y esta vez no es como antes. Ya no volverá a caer en la trampa de mis mil perdones. Aquí tienes un poema. Escucha, siento todo lo que hice. No. ¡No! Ahora se ha ido de verdad. El ruido de la puerta también resuena en mi corazón. Y lloro. Y me ahogo. Sus palabras han creado un eco espantoso:

_ No te aguanto, Mario. Estoy harta de apostar por alguien que no merece la pena.

Durante las semanas siguientes Carlos intenta animarme. Una noche salimos de copas por la playa. Carlos conoce mucho a un camarero. Trata bien a mi amigo, le comenta, le acaba de dejar la novia y está hecho una mierda.

_ No te preocupes, muchacho. Todavía eres joven. Tienes toda la vida para acostumbrarte a estar solo.

Yo pego un trago al whisky. A mí no me gusta el whisky. Pero el camarero dice que eso es lo que beben los hombres solitarios. Yo nunca quise a Elena y me odiaba por ello. El amor a veces sucede, otras, en cambio, nunca llega a ocurrir. Sigo bebiendo whisky. Por mucho que lo fuerce, nunca llegará a gustarme.

Algunas chicas bailan en la noche. Besan a sus novios. Sonrío y me divierte observarlos. Siento paz. Luego le digo a Carlos de pillar unas cervezas y de irnos a la playa. Pronto amanecerá. Nos tumbamos en la arena y brindamos:

_ ¿Sabes? Durante estos meses he pasado una mala racha.
_ La vida no son años, Mario, sino etapas. Y todo lo malo se acaba. Además, lo estamos pasando como los ángeles.

_ Sí, y eso que yo dejé escapar a uno.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
¿Qué narices estará haciendo ahora Elena? La echo de menos. Aunque a quien más echo de menos es a mí. O mejor dicho, al pequeño superhéroe que fui algún día.

_ Carlos, si pudieras escoger un superpoder, ¿cuál elegirías?

_ El de poder parar el tiempo cuando quisiese. Por ejemplo, yo viviría este momento para siempre.

Y mientras Carlos señala el horizonte yo observo el oleaje continuo que me hechiza. Las gaviotas buscan el desayuno en la fina arena de la playa. Sonrío y pienso que soy un auténtico gilipollas.
Busco mi reflejo en el fondo del mar.
Han pasado cuatro meses desde que Elena me dejó y todavía sigue brillando el sol.

Mario Miret (ocurrido en junio 2012)



jueves, 19 de abril de 2018

Mi padre ha muerto

MI PADRE HA MUERTO

Han llamado a las dos. Papá ha muerto. Yo salía del examen de finanzas. A mí no me gustan los números. No quiero estudiar economía. Aquel profesor quiso corregirme, que a mí lo que no me gustaba era trabajar, que yo era comunista. Yo me encogí de hombros. Ahora hago lo mismo. El tren me lleva a Gandia. La noticia sigue retumbando en mi cabeza. Luego llegaré al tanatorio donde mamá ya estará esperando, y el sol seguirá resplandeciente, y las gaviotas seguirán volando bajo, y los pesqueros saludarán desde lo lejos.


_ Hace un día demasiado bonito para haberse muerto – le digo a mi madre.


_ Mejor. Tu padre se hubiera puesto muy pesado con este calor.


_ ¿Y qué importa? Hacía seis meses que no lo veías.


_ No. Ese es el tiempo que hacía que no te veía a ti. A tu padre muchísimo más. Por cierto, he decidido incinerarlo, no vaya a ser que se despierte.


Entonces se acercan familiares y amigos. Todos me abrazan y me besan. Que qué guapo estoy, que cómo he crecido, que si ya tengo novia, o novio, que a ver si el niño nos ha salido maricón, se ríen, hacen chistes, me consuelan.


_ Lo siento, muchacho. Tu padre era un buen tipo.


_ Si tú lo dices...


Por la noche mamá me invita a una cerveza. Está mayor. Está guapa. En cada arruga le aprecio un recuerdo de mi infancia. Le pido perdón y le doy las gracias. No le hablo, pero la miro.


_ Estás muy delgado, Mario. ¿No comes? Deberías comer más – dice mi madre. – Mucha fruta, acuérdate. Y no bebas tanto. Deberías beber menos. Agua. Agua sí que puedes beber.


Ella pide otras dos cervezas.


_ Pero dime, dime cómo te va, hijo. Hijito mío.


_ Creo que me voy a dejar la carrera – le digo.


_ Nunca me gustó que estudiaras periodismo, hijo. Yo quiero que te vaya bien, que ganes mucho dinero.


_ Estudio economía. Eso sí que da dinero, pero me aburre. Además, el otro día un profesor me llamó comunista.

_ ¿Y eso es bueno o malo?


Me encojo de hombros. Los dos nos reímos. Mamá esta loca. No lo digo yo. Lo dicen los médicos. Pero es una loca graciosa. Y nosotros queremos seguir pasándonoslo bien.
Así que con el permiso de mamá, pido la tercera cerveza.


Mario Miret (ocurrido en diciembre 2010)