martes, 28 de mayo de 2013

BOTELLÍN EN MANO

https://www.facebook.com/LaTintaVino?fref=ts

Algunas veces creo que no te quiero porque evito verte en las noches de lujuria y esto está lleno de mujeres y María me dice que no las mire, que siempre estoy igual y ya empieza con sus enfados de niña adolescente y ahora son todas las que se giran a mirarme al escuchar sus gritos y me abochorno. Tú y yo no tenemos mucho en común, quizás que vivimos frente al mar y que nos encantan las albóndigas que cocina tu abuela, pero poco más.

No me importa porque ahora lo único que quiero es desaparecer de este antro donde bebo cerveza con los amigos intelectuales de María que me miran extrañados y me preguntan por Dostoievski, Tolstoi y demás escritores de época, y yo odio tanta pregunta porque esta no es mi vida y la cerveza ya comienza a calentarse.

Pero no todo lo que rodea a María es malo. Es tan buena que siempre prepara tarta de queso en mis días grises y piensa que ella y yo somos uno. Lo cierto, amiga, es que al igual que las albóndigas de tu abuela,  la tarta de queso y yo sí que somos uno.

viernes, 24 de mayo de 2013

CÓMO HABLAR SOBRE TI SIN QUE PAREZCA QUE ESTOY HABLANDO SOBRE TI

https://www.facebook.com/LaTintaVino?fref=ts


Regla número 1. Ir a la nevera, coger una cerveza, salir a la terraza, abrir la libreta de bocetos y pensar. Primero tengo que cambiarte el nombre. Veamos. Dices que no quieres llamarte Paula, ni Laura, ni cualquiera que haya pasado ya por alguna de mis historias. Está bien, tú eres la excepción. Te bautizaré como Malgorzata.

Regla número 2. Pensar en los recuerdos que comparto contigo. Alguna noche de borrachera, cierta discusión sin fundamento, confidencias en un bar. Joder, son una puta mierda de recuerdos. ¡Si al menos nos hubiéramos acostado! Pero tampoco. Al menos una noche soñé que nos enzarzábamos en una batalla a vida o muerte y los dos acabábamos desangrados. Lo siento, no he encontrado mejor recuerdo en esta ebria mente perturbada.

Regla número 3. Romper el hielo con alguna anécdota graciosa. Bueno, tú siempre has tenido sentido del humor, aunque desde el principio fuiste pésima contando chistes. Está bien, yo me habré tomado mis cervezas  y a lo mejor pensaba que sí, que de aquí un rato nos estaríamos mordiendo los labios o algo más, pero luego todo pasa y seguimos a años vista de atraernos. ¿Yo sintiéndome atraído por ti? ¡Dios mío, no debería beber tanto!

Regla número 4. Sentir nostalgia y echarte de menos. Esto es así porque tu vida no era fácil por aquellos tiempos y conmigo no te sentías ni víctima ni heroína. Sino una más. Porque quien cuenta historias tristes no es ni un valiente ni un pobre desgraciado. Solo es un simple humano. A lo mejor te echo de menos por eso, porque el drama dibujado en tu boca parecía un cómic. Y Malgorzata, lo confieso, llegué a aficionarme a todas tus viñetas.

Regla número 5. Ir al baño. Mear. Coger otra cerveza y empezar a odiarte un poco más. ¡Idiota, conformista de mierda, gilipollas integral! Ver alguna película y acordarme de ti. Leer un libro y querer fastidiarte su final. Maldecir tu voz que, chirriante, se me clava en los oídos. No creer en la amistad y no tener que darte explicaciones. No querer volver a verte. Dejar que mi pena sea quien te odie. ¡Idiota!

Regla número 6. Evitar convertir mi relato en un cunnilingus literario. Aunque, sinceramente, a veces he descolgado el teléfono y he marcado tu número. Pero antes de que sonara he vuelto a colgar de nuevo. Soy un chico que no necesita amigos y son en esas ocasiones cuando lo olvido por un breve instante.  Hablo y no hablo sobre ti, Malgorzata. Detesto mis días y me acuerdo de tus noches. No pienso llamarte, no voy a ponerme sentimental a estas alturas.

Regla número 7. Bajar la persiana y sucumbir ante la oscuridad. Última cerveza. De nuevo el licor amarillento salpicando el baño. Mirarme al espejo y sentir, si cabe, tu reflejo. Si me permites, un reflejo tan insoportable como necesario. Ducha fría de pensamientos lejanos. La realidad de tus palabras amargaba mis días junto a ti. Tan cerca estabas que te detestaba. Entonces, como un suspiro aterrador, te fuiste.

Conclusión: Malgorzata, tan insoportablemente lejos tampoco te quería.

lunes, 20 de mayo de 2013

DE MADRID HASTA MI TIERRA

https://www.facebook.com/LaTintaVino?fref=ts



Cuando la angustia desespera porque el camino es largo,
las noches frías y tu alma la siento allá a lo lejos,
en el interior, y yo aquí, a pie del Mediterráneo,
con la piel sudando lágrimas que el viento me reseca
y el gesto alicaído dibujando sombras en la arena.
Tras la muerte del oleaje concibo el miedo a lo desconocido,
Me siento preso de ti y aún así el sol brilla con fervor,
Es la espuma de las olas y el graznar de las gaviotas
que acontecen el respiro necesario a las fuertes nevadas
que, tristes, nos separan.
¿Desde cuándo sobrevuelas este que es mi mar?
No mueras, pájaro que desvistes tus alas en la madrugada
No te desvincules, no explotes la burbuja de agua
que  hemos creado desde Madrid hasta la playa
Tan grande, tan inmensa como esta angustia mía
que acaricia mis pies con la arena resbalante,
mientras las gaviotas van escondiendo el apacible sol,
y allá, a lo lejos,
ya se presagian  nubarrones.