La mano que sostiene las uñas de tus pies
"Si te he visto no me
acuerdo, ¿qué vería en ti, chaval?" Se me ocurren tantas canciones
disparatadas que me hace pensar que es normal que las situaciones que vivimos
sean tan difíciles de entender.
Yo por la ventana me distraigo
observando a los pajaricos piar en busca de un cobijo donde caiga la sombra.
Podría decirse que todo esto es porque tengo la cabeza llena de pájaros, y
seguro que tú también. Pero los pájaros son geniales, saben volar. ¿Sabes? Es
como un niño pequeño que suelta un globo de helio y vuela tan alto que se
pierde en la enormidad. A nosotros, si realmente nos soltaran también seríamos
capaces de perdernos. Por eso creo que hay alguien que nos amarra al suelo,
como queriéndonos decir: "¿Tú dónde te has creído que vas? Aquí te queda
mucho por hacer todavía".
Demasiado peliculero todo. A veces me olvido de que la vida
es real y el cine simple ficción. Pero a todos nos gustaría ser protagonistas
de una de esas pelis súper taquilleras y
hacer, de quien queremos, protagonista imprescindible de nuestra gran obra
maestra.
Y, "¿qué hace una chica como tú en un sitio como éste?
¿Qué clase de aventuras has venido a buscar? "No temas, que lo bueno de
que esto no sea ninguna película es que no existe un final hasta que uno no lo
desea así. El problema es que me da miedo mirar a los ojos de la gente, podría
acabar enamorándome. Está bien, la vida es más fácil si no te calientas la
cabeza, pero yo me moriría del aburrimiento; y puestos a morir, prefiero morir
de amor.
¿Ves Celeste? Esto es lo que pasa cuando uno no hace más que
soltar cursiladas, que se acaba volviendo loco. Y de locuras va el asunto. Me
he arrepentido tantas veces de hacer algo que he acabado por tener la costumbre
de equivocarme siempre en lo mismo. El problema es que creía que era culpa
siempre de los demás, y quizás a veces lo fuera, pero hay que mejorar, competir
para superarnos a la hora de querer ser felices. Por cierto, debes de saberlo
ya Celeste, da mucho miedo ser feliz. Hazme un favor y consigue que quien tenga
ese temor, sea capaz de superarlo.
Si te soy sincero, solo pretendo conseguir sentarme en la
terraza de una cafetería y pedirme otra cerveza. Entre tanto sostengo un
bolígrafo en la mano y apunto en una servilleta la primera gilipollez que
recorre mi cabeza: Sexo en el parque de atracciones. Jugueteo con tus
dedos. Hoy no llevo ropa interior. Y
quiero que juguemos con los coches y si me apuras, que follemos otra vez y lo
dejamos todo perdido.
No sé, supongo que me toca barajar de nuevo las cartas y
reflexionar para poder continuar. Los juegos pasionales acaban destrozándome.
Por eso la reflexión es necesaria Celeste, tanto como el respirar. Confío en
que si yo echara a volar, alguna mano de uñas mordidas se anclara a mí y me
dijera: “De mi lado no te moverás”. Tengo sueño Celeste, déjame soñar.
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