No
entiendo a esas parejas que dicen que se amarán eternamente. Que infravaloren
el querer y juegan a ser felices para siempre. Aquellos que necesitan estar
acompañadas para no sentirse impotentes ante la soledad.
Detesto
a todo aquel que se aferra a otra persona por el hecho de llenar la cama. Que
se aburren y necesitan querer a alguien para llenar ese vacío repugnante.
Aquellos que utilizan las sentimentiras
para estar con alguien y sentirse importantes.
Soy el
primero que ha jugado a eso de los novios por el día y a la hora de la siesta
si te he visto no me acuerdo. Pero el verbo querer no se falsifica. El verbo
querer se crea de la nada y se transmite con el todo. Y cuando los sentimientos
son de verdad, no hay juego que valga.
Pero
soy orgullo de nacimiento, y prefiero que piensen que soy un gilipollas sin
corazón que un romanticón al que se lo acaban de romper. Por eso llamaré la
atención, me disfrazaré de payaso triste o me inventaré un personaje de
ficción, porque mi locura, vieja amiga, empieza en el momento en el que dejo de
pensar con la cabeza para pensar en ti.
Hemos desvirtuado el momento, el amor e incluso a nosotros mismos.
ResponderEliminarPara darle protagonismo único a la hipocresía.
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