lunes, 27 de junio de 2011

EL ESPEJO AJENO 5


No cojas ese tren Elena 


 -          No cojas ese tren Elena – dijo Carlos cuando la vio junto a la cabina de la estación.

El día amanecía lluvioso y en la terraza Elena jugaba a despeinarse. El tiempo importaba poco en esas circunstancias, ni nada ni nadie podría impedir que realizara aquel viaje sin billete de vuelta.

Lo de Carlos muy lejos quedaba ya. De la misma manera que lentamente se había enamorado de él, fue dejando de quererlo poco a poco. Además, era ahora Borja quien le esperaba para rehacer su nueva vida.

Tras el desayuno, Elena se dispuso a comprimir sus 21 años en dos maletas Samsomite: camisetas, faldas, sujetadores, braguitas y zapatos, muchos zapatos. Su habitación parecía otra, y debajo de todas aquellas viejas cajas encontró aquella foto que tenía junto a Carlos, donde él le besaba la mejilla mientras la achuchaba con un abrazo. Miró la foto, recordó el momento y la guardó en el bolsillo de su pantalón.

A las once Borja ya esperaba a Elena en el portal. Pese a la lluvia, se besaron como si no quedaran más besos en el mundo, y tras coger un taxi llegaron a la estación en cuestión de minutos.

-          ¿Estás segura de esto? – le preguntó Borja dubitativo.

-          Si tú lo estás, yo también lo estoy – respondió indecisa Elena.

Una vez en la estación, miraron a su alrededor. Allí, a lo lejos, se encontraba el tren que les haría seguir su camino unidos.

-          ¿No subes cariño? – preguntó Borja camino de su sitio.

-          Ya voy, pero tengo que hacer una llamada.

Entonces Elena se aproximó a la cabina más cercana dentro de la estación. Descolgó el teléfono y marcó un número que se sabía de memoria. Al otro lado del aparato, una voz tranquila respondió:

-          ¿Dígame? – pero ella no quiso contestar- ¿Quién es? ¿Hola?

Entonces Elena colgó y se sentó en el suelo. Imaginó la película en la que Carlos hubiera corrido como loco hasta llegar allí.  “No cojas ese tren Elena”, le hubiera dicho nada más verla en la cabina de la estación.

Pero Carlos jamás apareció y un tren estaba a punto de marcharse. Era el viaje de sus sueños, pero quizás con Borja no lo era. Elena se levantó, secó las lágrimas de sus ojos negros y pensó que al fin y al cabo la mejor decisión era subirse a su destino.

La inseguridad le hizo dudar y dejó de caminar durante una décima de segundo. Volvió a mirar a su alrededor, extrajo aquella foto de su bolsillo y suspiró. Mientras, allí afuera, aún seguía lloviendo.

2 comentarios:

  1. Muy bueno, Mario. Espectacular. La última frase "Mientras, allí fuera, aún seguía lloviendo." es un cierre perfecto. Además logras crear un cuadro cerrado por ambas partes por la lluvia y, en el fondo, por la presencia o ausencia de la frase de Carlos. Conmovedor y real, muy real!

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  2. Quería que fuera Elena la que le diera protagonismo a los otros personajes, y con Carlos lo hace, con Borja no. De la lluvia ya me encargaba yo, ella es la que poco a poco va relatando sus sentimientos. De nuevo gracias Ignacio, muchas gracias!

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