"Hay días que son para siempre, hay siempres que se recuerdan todos los días"
Hubo un tiempo en el que pudimos respirar la libertad de no tener que dar ni una sola explicación. Donde guardábamos en castillos de cristal los sueños de una noche como la de hoy. Los días que pasamos reclamando la justicia, la razón de aquéllos que no podían estar juntos como lo estábamos tú y yo.
Un tiempo que se desvanecía al son de los tambores de la represión, mientras los niños jugaban en las calles y nosotros dábamos vida al asiento de atrás del viejo Renault Gordini del bueno de tu padre. Fue entonces cuando alguien nos quiso despertar. Ya ni siquiera había niños en el parque. Ya ni siquiera había parque.
No, esos no eran buenos tiempos. Y las pesadillas porque tu padre ya no volvió. Y los tambores que alborotaron una fábula de amor. Como las nubes y empieza a llover, parábola de la que no hay aclaración, incendio en el alma, un corazón que acaba abrasado del terror. Y no te despediste, no, y por la noche, desde mi ventana, nada más brilló.
Hubo un tiempo en el que la historia la escribíamos los dos. Donde los percusionistas se alborotaban al dejar sus tambores silenciar. Los días que nos acordamos de tu padre, los días en los que no pensabas en marcharte. Ahora te tomas un café, aunque el doctor te lo prohibió, y toses con disimulo. Te recuerdo algún que otro beso perdido en la infancia y maldigo de nuevo a quién nos hizo impotentes de querernos para siempre. Y pronto llegará tu despedida, la segunda y definitiva, y hasta el infinito y más allá.
Buenas noches princesa del valor, hoy por fin tienes tu libertad. Sonríe porque los niños vuelven a jugar. Vuelve a salir el sol. Este es nuestro último aliento, recordando a viejas glorias en un viejo Renault.
No hay comentarios:
Publicar un comentario